MADRID 27 May. (OTR/PRESS) -
La tecnología del globo sonda tiene como complemento la praxis de la rectificación. Se traslada a la opinión pública la sensación de que en el puente de mando no hay nadie con criterio para navegar por las aguas tortuosas de estas crisis.
Primera apreciación: todavía no sabemos lo que está pasando: originalmente se trató de una panda de golfos con derecho a existencias millonarias, que sofisticaron tanto los productos financieros que acabaron siendo netamente tóxicos; no se conoce que hayan pagado por ello y más bien al contrario, da la sensación de que gobiernan la economía global con tendencias asesinas hacia quienes pretendieron -o sencillamente amagaron- regular los mercados.
De un problema puntual en apariencia, la existencia de una profunda crisis en Grecia cuyas cuentas falsificadas sortearon todos los controles de la Unión Europea, hemos pasado a la extensión de una mancha de falta de credibilidad por los países de la zona Euro. La crisis se extiende ordenadamente en función de parámetros de debilidad estructural: España está ahora en el ojo del huracán.
No sabemos el alcance último de la situación porque se retroalimenta. Las medidas de ajuste afectarán al crecimiento económico que demandará más deuda en una espiral en la que al final quedará destrozado el estado del bienestar.
Y el Gobierno cada día demuestra una mayor incapacidad sólo superada por la irresponsabilidad de la oposición para facilitar recetas y ayudas razonables y responsables. Con esa metodología de la improvisación y la rectificación, los contornos del sacrificio exigido parecen cada día memos precisos. Pensiones, funcionarios, ayuntamientos, ricos, medicamentos, reforma laboral, prolongación de la edad de jubilación* La sociedad española está metida en una máquina del tiempo que amenaza con trasladarnos a la época en que las costureras deban la vuelta a los abrigos de la clase media.
Pero, ¿en realidad se sabe lo que ha ocurrido? La síntesis es muy sencilla: hemos gastado colectivamente como nuevos ricos; más kilómetros de alta velocidad que ningún país del mundo; cincuenta y siete universidades, pero ninguna en el ranking de la excelencia; horteras descorchando Vega Sicilia como si fuera tinto de verano y aspiraciones sin hacer los cálculos a unos servicios suecos de la época de Olof Palme. Por favor: alguien sensato que diga algo para que el personal pueda dormir tranquilo, aunque sea unas horas.