MADRID 3 Oct. (OTR/PRESS) -
Ojalá estuviéramos ante un debate sobre la república porque acreditaría que lo que ocurre tiene una naturaleza política homologada con lo usos y costumbres de la democracia. Nos encontramos ante una campaña soterrada de descrédito de la Corona en la que hacen una pinza irresponsable algunos sectores del independentismo catalán y otros de la más rancia extrema derecha española. El hecho de que haya tenido que salir el Rey a defender la utilidad de la Corona es la demostración viva de que alguien no ha hecho bien sus deberes.
La Monarquía es una institución del Estado y uno de sus símbolos más visibles. Los ataques que recibe (que no las críticas políticas) tienen necesariamente el objetivo de socavar nuestro sistema constitucional y escurioso que los promuevan, como una ola de vandalismo, sectores marginales del independentismo catalán y que sean amplificados por la derecha dura. Mientras tanto, en otro nuevo episodio de insoportable deslealtad institucional, la emisora de los obispos echa gasolina al incendio en una coincidencia oscura de intereses con las manifestaciones de gamberrismo independentista catalán.
Lo que ocurre crece sólo porque no se le ha dado una respuesta adecuada. Las autoridades de la Generalitat tendrían que hacer una firme declaración de defensa de la Constitución española. No basta con que José Montilla hable de que la quema de fotos desacredita a Cataluña, porque eso es un añadido a algo mucho más importante que es el desmérito y la ofensa a una institución de España. Y el presidente del Gobierno tiene la obligación de defender al Rey porque está constitucionalmente limitado en su capacidad de acción política y de respuesta.
Por último, el PP quiere sacar ventaja de este avispero como antes hizo con el tema del terrorismo. Se echa a la calle envuelto en la bandera de España. Su gesto, una vez más, es irresponsable. Y no se puede entender que el Gobierno y el PSOE no le cierren esas veredas para que se dirija al monte. ¿Será que a los unos y a los otros les interesa la confrontación para que la bipolaridad se cierna sobre el proceso electoral?
Carlos Carnicero.