MADRID 30 May. (OTR/PRESS) -
El sistema electoral proporcional está diseñado para respetar escrupulosamente el pluralismo político, intentar amortiguar las tendencias al bipartidismo inherentes a las democracias modernas y garantizar, en consecuencia, la presencia de las minorías en las instituciones. En el fondo es un método que permite profundizar en la representación de toda la sociedad en las instituciones. La contrapartida es que, por la propia pluralidad del pensamiento político y por la matemática electoral, es más difícil que un solo partido consiga una mayoría estable para la formación de gobiernos. La solución es el pacto entre distintas fuerzas políticas hasta llegar a constituir una alianza que disponga de una mayoría suficiente.
En esa dinámica, todas las alianzas son legítimas y todas, al mismo tiempo, tienen la servidumbre de tener que responder de su coherencia ante los electores que depositaron su confianza en cada partido. Las siguientes elecciones se encargarán de pasar la cuenta si los pactos fueron contra la naturaleza de las propuestas políticas de quienes los han constituido. Esa es la garantía de que el procedimiento está supervisado por los electores. No hay ningún argumento que obligue a formar gobierno a la lista más votada ni que impida a quien no consiguió ese resultado optar a la constitución de una mayoría. Es cierto que por tradición política, normalmente es quien ganó la elección quien primero debe intentar concertar un acuerdo, pero es una norma de pura cortesía política que no obliga a la inactividad a los demás partidos.
Así las cosas, en estos tiempos de confrontación que nos está tocando vivir, tan legítima es la propuesta de Mariano Rajoy, de que gobierne la lista más votada -si consigue suficientes apoyos, por supuesto, en cuyo caso la propuesta es innecesaria- como que partidos minoritarios logren concertar un acuerdo de Gobierno. En los próximos días, y por medio de una labor de microcirugía política, conoceremos la composición de los gobiernos de Baleares, Canarias y Navarra, donde no hay partidos con mayoría suficiente. Todos los pactos posibles son legítimos por el hecho de serlo, y los partidos deberán responder de la coherencia de sus asociaciones ante sus electores. Esa es la grandeza de nuestro sistema democrático proporcional.
Carlos Carnicero.