MADRID 28 Oct. (OTR/PRESS) -
Tranquiliza mucho que las proclamas de Arnaldo Otegui -que un día fue considerado públicamente por el presidente Zapatero como "un hombre de paz"- las haga desde la cárcel de Logroño, en donde está preso por connivencia con ETA. Desde allí puede reflexionar con calma cuando la situación será madura para considerar la conveniencia de que ETA se disuelva.
El líder del independentismo radical nunca ha tenido el coraje de enfrentarse a la banda terrorista. Y ahora demuestra su falta de personalidad al declarar que la petición de disolución de ETA es "ciertamente inmadura" y una prueba del "miedo" de los partidos ante el "nuevo escenario".
Miedo a un nuevo escenario. No se entiende esa afirmación. La primera respuesta a Otegui es confirmar la necesidad de que la fiscalía del estado recurra la presentación de las listas abertzales, puesto que si ETA no se quiere disolver, seguirá siendo una amenaza. Y quienes colaboren con ella deben estar proscritos.
Por si fuera poca la desfachatez del sujeto, afirma que la izquierda abertzale ha "cumplido" con su promesa de "traer la paz" y ha emplazado al Gobierno a que termine con las "conculcaciones de los derechos civiles y políticos" en el País Vasco. ¡Demasiado para nuestro cuerpo¡
Hay que agradecerle a Otegui su sinceridad que suministra información para aplicar nuevos antídotos al terrorismo vasco. Si no hay madurez para pedir a ETA que se disuelva, se redoblan los criterios para seguirla combatiendo. Sin duda un estímulo, además de una obligación presente, para que las fuerzas de seguridad del estado persigan hasta el último terrorista y lo pongan a disposición judicial.
Si no hay madurez para pedir la disolución de ETA, que hace Iñigo Urkullu pidiendo acercamiento de presos. Y, por qué preocuparse de la legalización de Amaiur si ETA sigue existiendo. Si había razone para impugnar a cualquier lista que tenga vinculación con ETA y no condene el terrorismo, la decisión de considerar inmaduras las condiciones para que ETA se disuelva redoblan la necesidad de considerarla operativa. Nadie puede tomar como definitiva la palabra de ETA cuando sus acólitos no quieren que se disuelva.
Las palabras de Arnaldo Otegui debieran servir de brújula al próximo gobierno para considerar la persecución de los terroristas como una prioridad hasta que ellos mismos y sus portavoces consideren que la situación es lo suficientemente madura para que ETA se disuelva. Ni más, ni menos.