Carlos Carnicero.- Paisaje después de la batalla

MADRID 27 May. (OTR/PRESS) -

La velocidad con la que hoy se llenen las urnas, sobre todo en los feudos históricos del PSOE, Andalucía y Cataluña, será el factor determinante que inste a preparar los primeros borradores para esta noche/madrugada electoral. El mapa político de España depende hoy en gran medida de la abstención.

El paisaje que ha dejado esta campaña electoral es el propio de las grandes batallas con un resultado incierto: solo el recuento de los numerosos cadáveres determinará el resultado, pero el trofeo no será espectacular y sólo servirá para empezar a preparar el siguiente episodio de esta guerra absurda emprendida por el Partido Popular y que el Gobierno ha aceptado.

La primera impresión es que la elección se dirime entre los incondicionales de cada bando con los añadidos que puedan deportar las minorías nacionalistas y la incógnita que determinará el futuro de Navarra, en una encrucijada que es mucho más que la posibilidad de alternancia en el Gobierno, porque si esta se produjera sería a costa de la novedad histórica de introducir a nacionalistas vascos en el Gobierno foral.

La llamada a la movilización del Gobierno en la última semana de campaña es un índice claro de que la abstención, en términos generales, perjudicaría mucho más al PSOE que al PP. Esa es la debilidad del Gobierno: ha hecho una llamada general bajo la preposición negativa de que lo que persigue es que no avance el PP más que la propia victoria avalada en la convicción de sus méritos. Faltan pocas horas para saber lo que contendrán las urnas. Pero lo que debiera primar esta noche, más allá de los malabarismos para presentar los resultados propios como los mejores posibles, es averiguar si tiene sitio la esperanza de que con esta clase política que nos ha tocado en suerte, en este peculiar momento de nuestra historia, se puede construir una democracia moderna y sólida que no deje espacio para la brutal confrontación a la que estamos asistiendo.

Carlos Carnicero