MADRID 1 Jun. (OTR/PRESS) -
Es un recurso volver a tapizar un viejo sillón. Siempre que los muelles no estén desvencijados y la carcoma haya respetado la madera de su estructura. No es el caso del PSOE. Las termitas han consumido su carcasa, los muelles están tan cedidos que ni siquiera amortiguarían el peso de alguien famélico. Pero lo peor es que es un sillón tan incómodo que casi nadie se quiere sentar en él.
Cuando la realidad es imposible, la tentación es recurrir a la ficción. En eso está la generación que tiene el piloto automático del partido socialista. Están construyendo una realidad acorde con sus deseos para que la realidad no estropee sus sueños: el resultado, inevitablemente, pesadillas. Dicen que el electorado ha girado a la derecha pero son ellos los que lo han hecho.
La esperanza es que Mariano Rajoy sea realmente como parece o como le pinta Peridis: más bien poco trabajador, por no llamarle vago. Incapaz de liderar una orquesta escolar. Rodeado de gente que le mataría pero no puede y sin carácter para conseguir un liderazgo.
En el PSOE han soñado que como a Rajoy no le quieren ni los votantes del PP, la ecuación se puede revertir y piensan que los que han jurado no volver a votar a este PSOE se pueden enamorar de Rubalcaba.
Todo es muy de casino provinciano, aunque se gasten millones en marketing, todo tiene un olor rancio naftalina caducada, si es que este insecticida tiene fecha de vencimiento.
Han encontrado un tapicero para el partido y piensan que con un lavar y marcar, los electores pueden volver a su peluquería tradicional. Ya quieren otro corte que no sabe hacer ningún miembro de la peluquería que ha dirigido Zapatero: todo envuelto en juventud para ser rancio y antiguo,