MADRID, 20 May. (EUROPA PRESS) -
Durante todo el tiempo que llevamos de democracia ha existido un pacto nunca formulado explícitamente de respetar la vida privada de los líderes políticos. Durante todos estos años se han tenido noticia de crisis matrimoniales, rupturas e infidelidades sin que jamás un dirigente político utilizara esas circunstancias para zaherir a un contrario. Y el pacto ha dado tanto resultado que cuando se ha intentado utilizar, en algunos casos que tenían evidente repercusiones políticas o económicas, la sociedad ha dado la espalda a los oportunistas.
Solo la desesperación y un desprecio o desconocimiento de esas normas ha podido motivar que el candidato socialista a la alcaldía de Madrid decidiera romper ese pacto cívico y utilizara esos métodos en su último debate con el alcalde de Madrid. Ahora Miguel Sebastián intenta canalizar su actitud por donde debería haber empezado: por la investigación sobre si en Madrid se han realizado prácticas ilegales en la gestión del urbanismo municipal, dejando al lado las cuestiones personales. Lo sucedido es, seguramente, preludio de un escándalo mucho mayor. Si se confirman los pronósticos, que son abrumadores, la derrota de Miguel Sebastián en Madrid puede adquirir caracteres antológicos y precipitará una crisis en el Partido Socialista de Madrid (PSOE) cuyas consecuencias son imprevisibles.
El presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero presentó a su candidato "ganador" Miguel Sebastián ante la opinión pública antes de comunicárselo oficialmente al partido. La designación personalísima del presidente del Gobierno hace que la responsabilidad por los resultados de Madrid y por la actitud del candidato le vaya a ser exigida también de forma personal. La noche electoral, Madrid estará debajo de los focos y será el punto de partida de un clamor que ahora mismo está contenido en el PSOE para aclarar este asunto que además puede iniciar una crisis que abarque asuntos como la política territorial y la lucha antiterrorista, donde el personalismo del presidente también ha sido evidente.
Carlos Carnicero