Actualizado 10/10/2007 02:00

Carmen Tomás.- Expropiar pisos

MADRID 10 Oct. (OTR/PRESS) -

El Gobierno catalán parece dispuesto a todo. No tiene bastante con todos los problemas que le nacen derivados de una mala gestión de los recursos y de un pésimo destino de las inversiones. No quiere darle importancia -o realmente no le importa- que Cataluña ya no sea la comunidad más próspera de España, ni que empresas importantes se hayan ido o se lo estén planteando y otras ni siquiera se instalen allí por miedo a los que les pueda pasar con la regulación y la intervención a que el estatuto catalán somete a todo el sistema económico. Montilla y sus socios pasan de la influencia negativa que están teniendo decisiones y declaraciones de unos y otros. Se diría que con apelar al victimismo se dan por satisfechos.

La última tiene que ver con los pisos vacíos. El Pacto Nacional por la Vivienda aprobado el lunes en el Parlamento catalán y que sorprendentemente -o no tanto- ha sido calificado de inteligente por la ministra Chacón, es otro desvarío que sólo puede perjudicar a Cataluña que acabará siendo calificada zona de alto riesgo por inversores y empresarios. Se trata de "forzar", parece que expropiando, a los propietarios de pisos que han decidido tenerlos vacíos ante la inseguridad que produce la regulación en materia de arrendamientos.

El ataque en toda regla que esta decisión supone sobre la propiedad privada consagrada en nuestra Constitución es total. La idea es poner el mercado alrededor de 62.000 viviendas actualmente vacías o desocupadas. Da miedo el objetivo, la ocurrencia y la forma en qué se llevará a cabo. La pregunta siguiente es cómo van a llegar a la conclusión de que sean esas 62.000 y no otras. Cuál será el rasero por el que medirán a uno u otro propietario. Por qué no, ya puestos, "fuerzan" a compartir las viviendas que consideren excesivamente grandes para una sola familia o un número reducido de ocupantes. Podrían empezar por ellos mismos. Todos los miembros del gobierno, sus parlamentarios y sus militantes que pongan a disposición del Gobierno sus viviendas. Es absurdo, hilarante y patético, pero realmente da miedo.

Carmen Tomás.

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