MADRID 24 Abr. (OTR/PRESS) -
Semana corta y festiva en la bolsa. Poco volumen y una subida de apenas e l0,2 por ciento. El IBEX abrirá la semana por encima de los 10.500, nivel que se está convirtiendo en una auténtica resistencia. Muchos resultados empresariales en todo el mundo y de todo hay. Pero, sobre todo, los inversores mirando las posibilidades de algunos países periféricos de Europa para pagar su deuda. Cada vez son más las voces que ven con preocupación las probabilidades de que Grecia pueda pagarla. La prensa griega, por ejemplo, no deja de insistir en las impresión de que el país tenga que acabar pidiendo una moratoria, incluso una quita.
Las dudas, por tanto, persisten y hacen daño a otros países como España en el que la prima de riesgo no se tranquiliza. De nuevo se ha elevado por encima de los 220 puntos en relación con el bono alemán a 10 años. De hecho, la última subasta a pesar de que se colocó una cantidad importante, el Tesoro hubo de pagar intereses mayores, algo que también pasó en la anterior, un 38 por ciento más de intereses.
Ocurre que no acaba de convencer el gobierno español y sus reformas muy anunciadas, pero inacabadas. Las más importantes sobre el sistema financiero y el mercado laboral ahí están durmiendo el sueño de los justos. Mientras, Zapatero de mitin en mitin hablando de lo malo que son los del PP, lo poco que ayudan y las ganas que tienen de que el país vaya mal para sacar rédito electoral. Lo mismo de siempre, pero ya a estas alturas huele. Vamos a ver cómo acaban las elecciones autonómicas y municipales y después veremos lo que son capaces de hacer con un presidente que no va a estar y ni está. Y con un PSOE muy tocado, si se cumplen las encuestas, incapacitado para tomar decisiones y más pendientes de sus rollos internos que de las necesidades del país. Antes conoceremos la EPA del primer trimestre y entonces vendrán los llantos. Casi cinco millones de personas en España están en el paro y con pocas probabilidades la mayoría de ellos de salir de él. Un auténtico desastre y una tragedia con nombres y apellidos que votarán con rabia y desesperación.