MADRID 4 Ene. (OTR/PRESS) -
La decisión de Rajoy de no nominar a Álvarez Cascos como candidato del PP a la Presidencia del Principado de Asturias; el inmediato y sonoro abandono del partido en el que había militado durante treinta y cuatro años por parte del otrora poderoso "general secretario" y su disposición a concurrir a las elecciones autonómicas del próximo 22 de mayo bajo el amparo de otras siglas de nuevo cuño, ponen en evidencia varios vicios que suelen afectar cíclicamente al centro derecha en España.
En primer lugar, el portazo de la dirección nacional del PP, es decir de Rajoy, a Cascos está fundamentalmente motivado por el temor que embargaba al actual líder del PP y a algunas personas de su entorno a darle cancha a alguien que caso de haber sido elegido presidente del Principado de Asturias se hubiera convertido sin ningún genero de duda en un "barón" regional incómodo para dicha dirección nacional. Es decir, que en la decisión de no designar a Cascos primaron más los aspectos de comodidad política personal en Rajoy que en pensar en los intereses, por ejemplo, de los asturianos, votantes o no del PP, que desean un cambio de gobierno en dicha Comunidad. Pero también pone en evidencia la falta de democracia interna que existe en los partidos, porque lo lógico hubiera sido dar la palabra a los militantes del PP de Asturias para que en un Congreso Regional hubieran elegido a su candidato entre los diversos dirigentes, al menos dos, que públicamente se habían postulado. Si hace unos meses, en Baleares, se dilucidó una situación parecida a través de un Congreso Regional extraordinario, la pregunta es ¿por qué en Baleares sí y en Asturias no?
En segundo lugar, con su abandono inmediato del PP y su manifiesta disposición a fundar otro partido de corte regional y presentarse con esas siglas a las elecciones autonómicas, Cascos está materializando "de facto" la división del voto de centro-derecha en Asturias, lo que es lo mismo que decir que el gran beneficiado va a ser el PSOE. Es verdad que al ya ex dirigente del PP le asiste todo el derecho para hacerlo y que a esa situación se ha llegado después de un proceso en el que las culpas están muy repartidas, pero no deja de ser una muestra más del espíritu "cainita" que suele anidar en el espectro sociológico y político del centro-derecha.
Si ahora hubiera elecciones generales -algo que no se le pasa por la cabeza al único que tiene capacidad para convocarlas que no es otro que Zapatero- las encuestas le dan en estos momentos una amplia ventaja al PP sobre el PSOE. Pero eso no justifica que Rajoy haga de su capa un sayo y vaya dejando cadáveres políticos de su propio partido por el camino. La lista empieza a ser bastante amplia: María San Gil, Ortega Lara, Manuel Pizarro, Zaplana, Acebes y ahora, Álvarez Cascos. El actual líder del PP ha demostrado en estos casos muy poca capacidad para resolver los problemas planteados. Y lo que no puede ser es que la solución a los mismos llegue siempre de la misma forma: dejar que se pudran y por el abandono de los afectados.