Actualizado 25/01/2011 13:00

Cayetano González.- Euforia popular.

MADRID 25 Ene. (OTR/PRESS) -

Hace más de dos décadas, en enero de 1990, también fue Sevilla el lugar escogido por el PP para elegir a su nuevo líder -en aquel caso Aznar, que recibió el testigo de Fraga- y para dar el pistoletazo de salida en el camino hacia la Moncloa, algo que tardó seis años en llegar. Veintiún años después, los populares han celebrado en la capital hispalense una Convención en la que se ha respirado y transmitido una sensación de euforia y optimismo ante lo que todas las encuestas ponen de manifiesto: el triunfo del PP en las próximas elecciones generales y la llegada de Rajoy a la Presidencia del Gobierno.

Este tipo de "saraos" tienen mucho de consumo interno. Se trata de insuflar moral a los propios y de paso transmitir una imagen positiva hacia fuera. Y siempre, los gestos. Por ejemplo, todo el mundo sabe que en los últimos tiempos -sobre todo a raíz de la derrota en las elecciones generales de 2008- Aznar estaba desencantado con Rajoy, algo que no podía verbalizar en exceso porque la pregunta era obvia: ¿y por qué le designaste tu sucesor? Pues bien, ahora Aznar ha preferido ser práctico, darle un abrazo y cerrar filas en torno a Rajoy, ya que la victoria de éste se ve como algo irremediable, a expensas de algún golpe de timón que pudiera dar el PSOE, como sería por ejemplo la renuncia de Zapatero a ser candidato y su sustitución por otro que devolviera la ilusión al desencantado electoral socialista, lo cual tampoco garantizaría la victoria de estos en las urnas.

Haría mal el PP y Rajoy si caen en un exceso de confianza. En 1996, las encuestas previas a las elecciones generales le daban al PP de Aznar una ventaja de casi diez puntos sobre el PSOE de Felipe González. Una ventaja que en las urnas -con todos los escándalos de corrupción que habían salpicado a los socialistas entre 1993 y 1996- quedó reducida a algo más de un punto. España es, desde el punto de vista sociológico, un país claramente de centro-izquierda y, por otro lado, el PSOE ha demostrado en el pasado reciente una gran capacidad de recuperación en los meses previos a las elecciones, algo a lo que sin duda ha contribuido que es un partido con una potente maquinaria electoral.

Hay, por lo tanto, todavía bastante partido por jugar. No sé cuáles son los planes de Rajoy, pero parece claro que uno de sus objetivos prioritarios debería ser ir explicando de forma más concreta cuál es su alternativa, que piensa hacer si llega a la Moncloa. El actual líder del PP no puede confiarlo todo al desgaste que la crisis económica y las medidas que hay que tomar está provocando en Zapatero y en el PSOE, porque eso pondría de manifiesto que confía poco en lo que es capaz de hacer por sí mismo. Rajoy tiene que ser más ambicioso y llegar a la Moncloa por méritos propios, no por demérito del adversario.

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