Actualizado 15/11/2011 13:00

Cayetano González.- El gran olvidado.

MADRID 15 Nov. (OTR/PRESS) -

Es lo que tiene de desagradecida la política. El todavía presidente del Gobierno y secretario general del PSOE es el gran olvidado, fundamentalmente por los suyos, y el gran ausente en esta pesada y tediosa campaña electoral que afronta su recta final de cara a la cita con las urnas del próximo domingo. Zapatero prácticamente no ha existido en estos días. Nadie se acuerda de él. Compartirá únicamente un mitin el próximo miércoles con el candidato Rubalcaba. Comparativamente, Felipe González ha estado mucho más presente en la campaña del PSOE que el todavía inquilino de la Moncloa.

En julio del 2000, José Luis Rodríguez Zapatero, un desconocido diputado por León, ganó de forma un tanto sorpresiva un Congreso de su partido en el que se presentaban también como aspirantes a la secretaría general "pesos pesados" como José Bono, Rosa Díez y Matilde Fernández. El gran favorito era el castellano-manchego Bono, pero la oposición que suscitaba en el sector "guerrista" del PSOE y el cambio a última hora de Felipe González, que dejó tirado a Bono, fue decisivo para la victoria de Zapatero, que desde entonces y con mayor motivo tras la victoria en las elecciones generales de marzo de 2004 se hizo con las riendas del partido. Todos los conocedores de la historia y trayectoria del PSOE admiten que nunca nadie antes había tenido tanto poder en el partido como el que hasta fechas recientes ha gozado el político leonés, aunque nacido en Valladolid.

Pero la crisis económica ha sido devastadora y se ha llevado por delante a varios lideres políticos en Europa, incluido Zapatero. Amén de las causas externas a dicha crisis, el presidente del Gobierno después de negar durante bastante tiempo la existencia de la misma, cuando la reconoció ya había dilapidado prácticamente toda su credibilidad y capital político. Lo demás, como en el Evangelio, le ha venido por añadidura. Ha tenido que tomar medidas que contradecían claramente su programa electoral -bajada del sueldo a los funcionarios, congelación de las pensiones- con el consiguiente coste personal y político. La situación le llevó inexorablemente a renunciar a ser candidato -pasándole esa "patata" a Rubalcaba- y a adelantar unos meses las elecciones.

Dentro de muy pocas semanas, Zapatero abandonará físicamente la Moncloa, se instalará en León y teóricamente podrá gozar de una vida más tranquila y sosegada, algo a lo que todo el mundo tiene derecho. Y aunque suele decirse que el tiempo cura muchas cosas, eso no le ahorrará que la historia le juzgue como el peor presidente del Gobierno que ha tenido España, sin lugar a dudas desde la transición democrática, incluso de mucho antes. Y a eso tendrá que añadir el olvido de los suyos como ya se ha visto en esta campaña. Cosas de la política.

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