MADRID 18 Mar. (OTR/PRESS) -
No estuvo muy acertado el lehendakari López cuando en uno de esos múltiples foros que cada día se celebran en Madrid se puso un poco "campanudo" y aseguró no estar dispuesto a recibir lecciones sobre política antiterrorista impartidas a 500 ó 1.000 kilómetros del País Vasco, "porque los que estamos allí día a día, yendo a los Ayuntamientos y arriesgando la vida por defender la paz, la democracia, la Constitución y el Estatuto, somos los socialistas vascos y los miembros del PP vasco".
Se olvida López que el régimen de terror impuesto por ETA se ha extendido en estos años por todos los rincones de España. La banda terrorista ha asesinado en el País Vasco, pero también lo ha hecho en Navarra, Andalucía, Cataluña, Aragón, Castilla y León, Madrid, Valencia, Baleares, La Rioja, Cantabria, por lo que un mínimo de respeto a las víctimas causadas por ETA fuera del País Vasco debería llevar al lehendakari a ser más cuidadoso en sus afirmaciones. Aparte de que el argumento de la distancia para no estar legitimado para opinar sobre la situación en Euskadi es típico de los nacionalistas.
El problema de López y de los socialistas vascos es que en ese reparto de papeles -perfectamente planificado y estudiado- que están llevando a cabo el Gobierno de Zapatero y el PSE en torno a la presencia de la marca de ETA, "Sortu", en las próximas elecciones municipales, a los socialistas vascos les ha tocado jugar el papel de "poli bueno ante ese mundo, mostrando un "buenismo" carente de cualquier fundamento, que les lleva a apostar por la presencia de ETA en las instituciones. "Sortu no es lo mismo que ETA", afirmó hace unos días el propio lehendakari, poniendo en valor para justificar esa aseveración que los promotores de la "nueva-vieja" marca de los terroristas hubieran expresado su rechazo que no condena a la violencia de ETA si esta se produjera en un futuro.
Es lamentable que quien ocupa la más alta responsabilidad en el Gobierno Vasco, gracias al apoyo desinteresado del PP, no sea capaz de mantener la firmeza que se requiere para derrotar desde el Estado de Derecho a una banda terrorista. Con esta actitud, el lehendakari vuelve sobre su pasado; vuelve sobre su imagen reunido en un hotel de San Sebastián -cuando Zapatero y el PSOE estaban negociando políticamente con ETA en la pasada legislatura- con Otegui o sobre su imagen cuando echó de la capilla ardiente del ex concejal del PSE, Isaías Carrasco -asesinado por ETA en Mondragón en vísperas de las elecciones generales del 2008- a Mariano Rajoy y a María San Gil. Por todo ello parece más necesario que nunca que López y su partido siga recibiendo muchas lecciones de todos aquellos españoles, vivan a 500 o a 1.000 kilómetros del País Vasco, que no quieren que el Estado claudique ante una banda terrorista.