MADRID 19 Ene. (OTR/PRESS) -
La banda terrorista ha hecho público el pasado fin de semana, a través de su conducto habitual, su enésimo comunicado en el que algunos partidos y analistas han querido ver alguna novedad y un lenguaje diferente que podría conducir a pensar que esta banda de facinerosos se está replanteando el sentido de lo que ellos llaman "lucha armada" y que para el resto de los mortales es terrorismo puro y duro.
Que ETA está en horas bajas, debido fundamentalmente a la acción sostenida en el tiempo de nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que al final es lo que mas daño hace a un grupo terrorista, es una obviedad. Que a pesar de estar en ese estado, ETA tiene capacidad para seguir haciendo daño, es otra obviedad y así se ha puesto de manifiesto con las recientes detenciones de etarras que querían establecer una base logística en Portugal.
Pero a ETA no hay que darle el más mínimo margen de credibilidad en sus manifestaciones y mucho menos en que sus intenciones sean reconvertirse y ser buenos chicos. Llevan muchos años sembrando muerte, destrucción y dolor en muchas familias. Han tenido varias oportunidades de "negociar" su final en base a las conversaciones que tuvieron los gobiernos de Felipe González y de Aznar y a algo más que conversaciones, que llevaron a cabo los enviados de Zapatero en la pasada legislatura. En las tres ocasiones, ETA puso fin a esa posibilidad de la única forma que sabe: matando. Se acabaron los tiempos de esa "generosidad" del Estado. Ahora lo que toca es buscar la derrota total y definitiva de esta banda terrorista.
ETA y su mundo, el de la denominada izquierda abertzale, necesitan como el comer poder presentarse a las elecciones municipales y forales que tendrán lugar en junio del 2011. Son conscientes de que si se quedan fuera de esa cita electoral y de esas instituciones su final se acelerará. Por eso, el Gobierno de Zapatero va a tener en esa cuestión su particular "prueba del nueve". No sería entendible que si no hay una ruptura total y absoluta de esa izquierda abertzale con la violencia de ETA, se les dejara presentar a esas elecciones. De momento, esa ruptura no se ha producido. No sería entendible que el Gobierno mirara para otro lado, como hizo en las elecciones municipales del 2007 con las candidaturas de ANV, salvo que mantuviera algún puente tendido o algún contacto por debajo de la mesa con ETA y su entorno.
Desde luego, resulta preocupante que estando en manos del Ejecutivo de Zapatero disolver los ayuntamientos donde sigue presente ANV, es decir ETA, no lo hayan hecho y no parece que tengan voluntad de hacerlo. Esta cuestión y el chivatazo que alguien de la Policía, con el visto buen de sus superiores políticos, dio en mayo de 2006 al dueño del bar Faisán avisándole que no acudiera a una reunión con un responsable del aparato de "extorsión" de ETA porque iban a ser detenidos, huele francamente mal. Es una exigencia democrática que el Gobierno eche a ETA de los ayuntamientos donde todavía permanece y que depure hasta el final las responsabilidades políticas del citado "chivatazo". Y mientras tanto, nula credibilidad a los aparentes cambios en la voluntad de ETA.