MADRID 22 Jun. (OTR/PRESS) -
Se podrá estar de acuerdo o no con los planteamientos que no ahora, sino desde hace bastante tiempo, defiende el presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, para intentar acabar con el terrorismo de ETA e integrar a su brazo político, Batasuna, en las vías pacíficas y democráticas. En ese sentido, Eguiguren siempre ha mantenido una coherencia en sus tesis, cosa que no se puede decir lo mismo ni de otros dirigentes socialistas vascos ni, por supuesto, de personas tan relevantes en la lucha antiterrorista como el actual Ministro del Interior o el propio Presidente del Gobierno.
El problema no es lo que diga o deje de decir Eguiguren, persona por otra parte nada irrelevante, porque a su responsabilidad de presidir el PSE hay que añadir que fue el interlocutor principal de ETA y de Batasuna en la pasada legislatura durante el mal llamado "proceso de paz". Lo que lleva a pensar que no irá tan de por libre ni será un "verso suelto" cuando habla, escribe o hace propuestas tan equivocadas como la de hace unos días: volver a legalizar a Batasuna para que la izquierda abertzale pueda estar en las instituciones. El problema de fondo es lo que de verdad está haciendo el Gobierno de Zapatero para buscar el final de ETA.
Es verdad que en los últimos tiempos se han asestado importantes golpes policiales a la banda terrorista, lo que ha llevado a esta a una debilidad operativa. Pero también es verdad, y sobre todo es compatible en los esquemas del Gobierno, que junto a esa eficacia policial haya otras actuaciones que producen preocupación. Por ejemplo, la presencia de mediadores internacionales en lo que viene a ser un esquema de "resolución de conflictos". Admitir que en el País Vasco hay un "conflicto" además de una gravísima equivocación es una profunda injusticia con las víctimas del terrorismo. En el País Vasco no hay dos partes enfrentadas. Lo que hay desde hace cuarenta años es una banda terrorista que asesina, secuestra y pone bombas y unos ciudadanos -policías, guardias civiles, militares, jueces, políticos de partidos constitucionalistas, periodistas, empresarios- que son asesinados. Ese es el único "conflicto" existente. Y su resolución llegará a través de la aplicación del Estado de Derecho y de que los terroristas no puedan pensar ni remotamente en que van a sacar algún rédito político por dejar de matar.
ETA ya ha tenido diversas oportunidades en el pasado para buscar una salida "dialogada". Ahora no se pueden cometer los errores del pasado. Ahí está la equivocación de Eguiguren y de todos los que piensan que el apaciguamiento de la bestia es el camino adecuado. Esa izquierda abertzale a la que Eguiguren querría ver de nuevo en las Instituciones sigue sin desmarcarse de ETA. Y aunque lo hiciera, eso no sería ningún aval para pensar que quienes no han condenado nunca la violencia, de la noche a la mañana se han convertido a la democracia. Batasuna o como quiera llamarse en un futuro tiene que hacer todavía muchos méritos y purgar sus muchos pecados. Como dijo en su día ese vasco y español universal que fue Miguel de Unamuno: "los conversos a la cola".