MADRID 19 Abr. (OTR/PRESS) -
Desde que hace dos semanas anunció que no volvería a ser el candidato de su partido a la Presidencia del Gobierno, a Zapatero se le nota más suelto en sus declaraciones, como con ganas de ajustar cuentas con quienes cree que han sido sus principales detractores en estos años que lleva en la Moncloa. De momento sólo el PP, Rajoy y Aznar han sido los receptores de sus, vamos a llamar, desahogos. Queda por ver si el año que todavía resta para que abandone la Presidencia, Zapatero abre el abanico de agraviados a las gentes de su propio partido que en muy buena medida han provocado su caída.
En ese contexto un tanto lenguaraz en el que se mueve últimamente Zapatero, algunas de sus afirmaciones en el mitin que celebró este domingo en la localidad vizcaína de Durango en la tradicional "fiesta de la rosa" de los socialistas vascos, no tienen desperdicio. Sobre todo, cuando dirigiéndose al presidente del PSE, Jesús Eguiguren -una de las tres personas que en nombre del presidente del Gobierno se sentó con la cúpula de ETA en más de sesenta ocasiones durante la pasada legislatura- dijo: "Vamos a defender a todos los compañeros que han trabajado y están trabajando por la paz, Jesús, que lo sepas".
A uno se le abren las carnes cuando en boca de Zapatero se oye la expresión de "trabajar por la paz", porque conviene recordar que fue él y no otro el que hace cinco años calificó, nada más y nada menos, que como "hombre de paz" al dirigente de Batasuna y por lo tanto de ETA, Arnaldo Otegui, actualmente en la cárcel. Con toda seguridad, Zapatero tiene una concepción de "trabajar por la paz" muy distinta a la del común de los mortales. No es una suposición, es una certeza basada en hechos. A pesar de que la propaganda gubernamental intente defender todo lo contrario, su torticero "proceso de paz" de la pasada legislatura -que no fue otra cosa que un ignominioso proceso de negociación política con ETA como ha puesto sobradamente de manifiesto las actas de las reuniones- supuso un claro retroceso en el final del terrorismo. Con aquella negociación, Zapatero dio oxígeno a una banda terrorista que se encontraba asfixiada cuando llegó a la Moncloa y que le pagó de la única manera que sabe: volando la T-4 de Barajas y asesinando a dos ciudadanos ecuatorianos.
Si Zapatero quiere realmente "trabajar por la paz" lo tiene muy sencillo: que ponga a funcionar a toda máquina a los instrumentos que tiene el Estado de Derecho para evitar que ETA se cuele en las elecciones del próximo mes de mayo. Y si no es mucho pedir, que no intente colgarse medallas que no son suyas, sino de todos los Gobiernos que en España han luchado contra ETA, de toda la sociedad que ha sabido sufrir unida los embates del terrorismo y, por supuesto, de las propias víctimas del terrorismo.