Actualizado 11/10/2011 14:00

Cayetano González.- En volandas.

MADRID 11 Oct. (OTR/PRESS) -

Así salió Mariano Rajoy de la Convención que los populares han celebrado durante el pasado fin de semana en Málaga. Todo fueron loas y parabienes para el líder popular al que cuando sólo faltan cuarenta días para la cita con las urnas, todas las encuestas coinciden en darle como claro vencedor, incluso con una holgada mayoría absoluta. La situación más similar a la que está viviendo el PP y Rajoy estas semanas es la experimentó el PSOE y Felipe González en los meses previos al 28 de octubre de 1982, cuando el clima de cambio político en España se instaló como una verdad irrefutable después de que la UCD de Adolfo Suárez pilotara la transición política en nuestro país.

La política y los ciclos que esta atraviesa tienen estas cosas. Hace muy pocos meses se pensaba que Alfredo Pérez Rubalcaba era, no sólo el mejor candidato a la Presidencia del Gobierno que podía presentar el PSOE, sino el único capaz sino de ganar las elecciones, al menos de evitar el descalabro de los socialistas. Y aunque nada seguro se pueda afirmar hasta que en la noche del 20-N se contabilice el último voto, todo apunta a que el PSOE puede cosechar un resultado peor que el que obtuvo Joaquín Almunia en el 2000 cuando la mayoría absoluta de Aznar.

Volviendo al cónclave popular de Málaga, aunque se había anunciado que la reunión serviría para conocer los puntos principales del programa electoral, al final esto ha quedado aplazado unos días y el foco se ha centrado en potenciar el perfil presidencialista de Rajoy. Se puede entender que el candidato popular no quiera, a cuarenta días de las elecciones, empezar a enumerar las medidas drásticas que tendrá que tomar al minuto siguiente de entrar en el Palacio de la Moncloa. Primero, porque por sentido común y por prudencia es lógico que antes quiera conocer directamente como están las arcas del Estado, aunque todo el mundo sabe que están muy mal. Y en segundo lugar, porque los malos tragos se pasan mejor cuando tienes ya la capacidad de utilizar el BOE que estando en la oposición.

No es precisamente un camino de rosas lo que le espera al líder popular si al final gana las elecciones. Más bien será un camino de espinas. A la grave crisis económica habrá que añadir otra de tipo institucional, con unos nacionalismos -vasco y catalán- que seguirán con sus planteamientos secesionistas; con la presencia de ETA-Bildu en el Congreso de los Diputados; con un grave deterioro de instituciones básicas del Estado como el poder judicial. En fin, un panorama como para no dormir. Pero a pesar de ello, es entendible la euforia que transmiten las huestes populares. Después de haber perdido de una forma un tanto sorpresiva las elecciones de marzo de 2004 ahora se ven a las puertas del poder. Y eso a todo el mundo le gusta.

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