Actualizado 08/04/2011 14:00

Charo Zarzalejos.- Baño de realismo.

MADRID 8 Abr. (OTR/PRESS) -

Cuando el miércoles por la tarde compareció ante los medios la Vicepresidenta Elena Salgado pocos o muy sabían que, por primera vez, el Gobierno estaba dispuesto al realismo. Fue tal el realismo que en gran medida lo dicho por la responsable de Economía significa una enmienda a la totalidad del optimismo del Presidente, que si bien va modulando su discurso en cuanto a los tiempos de salida de la crisis, hace apenas un mes, en el Congreso de Diputados se atrevió a augurar que "en este mes" veríamos una mejoría leve en los datos del paro. Elena Salgado ha modificado todas las previsiones, salvo la del PIB que el Gobierno prevé que a final de año estará en un 1,3 mientras otros organismos lo dejan en el 0,8. Todo lo demás va a peor. Va a peor el consumo y va a peor el índice de paro. Rebajar la previsión en ocho décimas_que es lo que ha hecho el Ejecutivo_significa sumar a la lista de parados unos 150.000 ciudadanos más. A final de año el índice de paro se situará en el 19,8 frente al 19,3 inicialmente previsto.

El día anterior, el ministro de Trabajo alertó que nos esperan "lustros de moderación salarial" y ahora que ha comenzado el buen tiempo nuestra gran esperanza es la avalancha de turistas que darán un respiro a unos cuantos miles de españoles que ,con el verano en ciernes, encontraran trabajo durante unos meses. Con la llegada del Otoño el drama del paro va a ser mayúsculo.

La comparecencia de Elena Salgado tiene mucho que ver con la decisión de Portugal de pedir el rescate de su economía. No fuimos Grecia ni Irlanda. Hasta ayer no éramos Portugal, de manera que con nuestro país vecino fuera del juego de los espejos ahora ya somos nosotros mismos. ¿Y qué somos?. Pues somos un gran país que lleva demasiado tiempo arrastrando los pies, un país que no atisba la luz al final del túnel y que comienza a dar síntomas de agotamiento. Somos un país al que no le gustan los discursos antipáticos pero que, por nuestro bien, más no vale entender que para salir de esta crisis algunas cosas tendrán que dejar de ser como son.

Es seguro que si la crisis se hubiera reconocido a tiempo la situación no sería tan penosa como es y aunque es verdad que desde Mayo del año pasado se han ido tomando medidas, lo cierto es que los efectos de las mismas nos libran del rescate pero no han contribuido a que nuestras perspectivas sean menos agobiantes que hace seis meses. La realidad ha desbordado al Gobierno y es al Gobierno al que le toca tomar medidas rápidas, visibles y efectivas aunque todo parece indicar que una vez realizado el baño de realismo se ha dicho a si mismo :"esto es lo que hay y punto".

A estas alturas y con esta situación es más que legítimo preguntarse si el actual gabinete tiene el suficiente y necesario vigor para afrontar y enderezar en la medida de lo posible el desolador panorama dibujado por Salgado y sabido por los ciudadanos antes de que no los contarán. Aseguran los socialistas que ahora el Presidente, como se siente más libre, está en mejores condiciones de tomar medidas "valientes". No es cuestión de libertad, sino de vigor, ese vigor del que carece nuestra economía y me temo que también nuestro Gobierno. ¿Cómo confiar en un Ejecutivo castigado una y otra vez por las encuestas?. No son dogma pero tampoco mentira. Indican, de manera reiterada, una insoslayable tendencia a la que los socialistas en general deberían mirar con el mismo realismo con el que Elena Salgado nos ha presentado su diagnóstico del presente y del futuro.

No se puede ni se debe cuestionar la legitimidad del Gobierno que además tiene apoyo parlamentario bastante para tomar medidas. Pero ya no es cuestión de números sino de vigor y el vigor que necesita el ejecutivo nada tiene que ver con los votos del PNV y de CiU. Nunca he sido partidaria de un adelanto electoral pero dada la situación anoréxica de nuestra economía y la sensación de agonía del Gobierno no creo que quepan muchas otras opciones.

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