Actualizado 10/04/2011 14:00

Charo Zarzalejos.- La lupa de Rubalcaba.

MADRID 10 Abr. (OTR/PRESS) -

Hay quien ha visto en la visita que ayer realizó el vicepresidente del Gobierno Alfredo Pérez Rubalcaba al País Vasco un claro intento de contraprogramar la manifestación convocada también ayer por la tarde por las víctimas de ETA en Madrid. Olvidan quienes esto opinan que casi a la misma hora que la convocatoria de las víctimas, la Izquierda Abertzale hoy ilegal también se manifestaba en Bilbao para pedir su legalización. Puestos a contraprogramar, en el supuesto que esa fuera la intención del ministro de Interior, habría que mirar en doble dirección.

En la localidad vizcaína de Erandio que es donde se han reunido los responsables de Interior, Rubalcaba ha asegurado que el Gobierno ya ha puesto la lupa sobre las listas que auspiciadas por Eusko Alkartasuna pretenden comparecer en las próximas elecciones bajo la denominación "Bildu". La Fiscalia ya ha dado órdenes para investigar las listas y desde Bildu se reta al Gobierno para que sea capaz de encontrar "algo que nos impida presentarnos. Pueden mirar lo que quieran y cuanto quieran", han asegurado sus promotores.

La lupa de Rubalcaba, cuando se pone a funcionar de verdad, es mucha lupa pero hay que añadir que quienes han ideado Bildu no son precisamente tontos. Pese a que en tiempos no demasiado lejanos, el Gobierno ha desafiado la realidad haciéndonos ver que los zulos eran simples agujeros y que de ninguna manera se podía concluir que cuando en plena negociación el famoso robo de trescientas pistolas se pudiera atribuir a ETA_esto no consta en las actas de la organización terrorista, sino en los hechos constatables-, también hay que incluir en el cuadro de la realidad que el Ejecutivo ha rectificado. Ha sido una rectificación clara y contundente en la que algunos y mientras no se demuestre lo contrario, preferimos creer, quedarnos con esta política de tolerancia cero y apostar, sin buenismo alguno, por un voto de confianza.

Es ese pasado no lejano, los argumentos de los votos particulares de los siete magistrados de la sala del 61 que no se sumaron a la mayoría, la sospecha de que dentro del amplio mundo socialista puede haber algunos que estén en otra cosa nada coincidente con la lupa de Rubalcaba, lo que ha llevado a las víctimas del terrorismo a manifestarse en Madrid. Cuando se escriben estas líneas, faltan unas horas para la misma. Ya antes de su comienzo se auguraba un éxito rotundo, pero más allá del número de asistentes, las víctimas tiene pleno derecho no solo a manifestarse, sino incluso a mantener un punto de sospecha, de temor, compartido por miles y miles de españoles, de que finalmente la izquierda abertzale ahora ilegal pueda llegar a las instituciones.

Lo cierto es que hoy estamos más cerca del fín de ETA que nunca. No soy de las que cree que la última negociación haya sido un factor decisivo para esta debilidad terrorista. La debilidad de ETA es el resultado de años en los que, sin duda, no han faltado errores pero que a lo largo del tiempo ha habido dos circunstancias que nunca han cambiado: la profesionalidad de nuestros cuerpos policiales, la determinación de no desistir de aquellos que sabiéndose objetivos directos y deseados de los terroristas han optado por seguir jugandose la vida y, desde luego, por la dignidad de las víctimas. Sin su renuncia expresa y permanente a tomarse la justicia por su mano hablar del fin de ETA sería una quimera. Por ellas, por las que asistieron a la manifestación y por las que no, Rubalcaba no puede más que utilizar la lupa.

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