MADRID 15 Mar. (OTR/PRESS) -
Las cifras dan pánico. En torno a dos millones de niños españoles viven en el umbral de la pobreza. Hasta ahora los focos de este drama eran y son bien conocidos: los alrededores de las grandes ciudades son guaridas del desamparo. Este es un hecho que se produce en todo el mundo. Un breve recorrido por los aledaños de Madrid, Paris, Londres o Nueva York indican hasta qué punto éste parece ser un problema irresoluble, algo que se ha incorporado al paisaje.
Pero ahora, y como consecuencia de la crisis, estos focos han alargado su sombra y ya hay focos de pobreza en municipios florecientes y que en los últimos años han experimentado un notable cambio en sus infraestructuras, lugares de ocio, asistencia sanitaria y educativa. Este indudable progreso comienza a resquebrajarse y por las rendijas de la crisis aparecen niños que ya carecen no tanto de los bienes esenciales _comida, casa, etc._ como de aquellos otros bienes que ayudan a un niño a ser niño.
Dos millones de niños españoles comienzan a ver en sus casas, presididas siempre por una economía que nunca les ha permitido ir más allá de lo necesario, carencias notables. Sus padres asisten a comedores sociales, y como ellos, los niños, son especialmente inteligentes, comienzan a saber que hay espacios que nunca van a habitar, helados que no pueden comer.
La voz de alarma la ha dado la 'Fundación La Caixa', que junto con UNICEF ha celebrado unas jornadas sobre "Pobreza Infantil", concluyendo que uno de cada cuatro niños españoles es pobre. De manera que España, en este punto, está a la altura de países como Rumanía, Polonia y Lituania. Produce sonrojo semejante realidad. Sonrojo y vergüenza cuando al mismo tiempo los periódicos nos cuentan los desorbitados, y creo que inmorales, sueldos de altos ejecutivos españoles, el despilfarro absurdo de muchas Administraciones en seudoembajadas o en hermanamientos de lenguas. ¡Qué vergüenza!
La iniciativa privada, las ONGs, la Iglesia, están jugando un papel decisivo para evitar que este agujero de la vergüenza sea más grande y más oscuro. Pero no basta. Urge que los Ayuntamientos, que son los más cercanos a las realidades de cada localidad, elaboren planes concretos de acción con la correspondiente ayuda económica, claramente finalista, para que los que hoy son pobres no lo sean aún más.
La crisis galopa y, como ocurre siempre, a los primeros que se lleva por delante es a los más débiles. Ocurre como con la gripe. Cuando llega y toca a personas sanas, en una semana se curan; pero cuidado, mucho cuidado cuando el virus encuentra acomodo en un cuerpo débil y dañado con anterioridad.
Nuestros niños son el eslabón más débil de la cadena y son, a su vez, nuestro futuro. No es de recibo que nosotros que somos -probablemente ya no- la octava potencia del mundo, estemos en los primeros puestos de la pobreza infantil. Bastaría un mínimo esfuerzo por parte de todos, una acción coordinada y vigilada por el Estado para que se pudiera dar la vuelta a estas cifras. Y es urgente hacerlo, porque nada apunta a que de la crisis vayamos a salir mañana. Ni mucho menos.
Paul Krugman, Premio Nobel de Economía 2008, nos ha helado la sangre con su diagnóstico sobre la economía española. Sabido es que lo que dicen los economistas no es dogma de fe; pero es seguro que en el caso de Krugman, por discutibles que sean sus tesis, sabe de lo que habla. "El camino que le queda a España va a ser doloroso o extremadamente doloroso". En el mejor de los casos y dependiendo del entorno europeo, "España solo sentirá un dolor moderado durante cinco o siete años". Vamos a quedarnos con la idea del "dolor moderado". Cuando pasen esos cinco o siete años, nuestros niños pobres habrán dejado de ser niños y urge que no lleguen al final del túnel siendo adolescentes más pobres.
El Presidente del BBVA, Francisco González, ha pedido un gran acuerdo nacional ante la situación de emergencia que, a su juicio, estamos viviendo. No parece que nuestros políticos estén por la tarea de ese gran acuerdo, pero merecería la pena que, al menos, nuestros niños pobres unieran voluntades para dar vía libre a un plan de acción urgente para afrontar este agujero negro que supone la existencia de dos millones de niños españoles y pobres.
CHARO ZARZALEJOS