MADRID 13 Nov. (OTR/PRESS) -
Del bullicio estrepitoso producido por las alarmantes noticias que llegaban del Índico, se ha pasado al más absoluto de los silencios. Cumplidos cuarenta días fue cuando el Presidente del Gobierno salió a la opinión pública. Lo hizo cuando fue consciente de que la opinión pública podía volverse inmanejable, cuando la cohesión del gabinete de crisis comenzaba a hacer aguas y cuando el lehendakari López, a modo de directamente afectado, pide nada más y nada menos que "dentro de los márgenes legales" los dos somalíes detenidos en España abandonen nuestro país. Eso y no otra cosa fue lo que planteó el jefe del Ejecutivo vasco, siendo él precisamente el que, en el fondo, emplazó al Gobierno central a tomar medidas que hasta entonces es seguro que se habían ido tomando pero que en absoluto se notaban.
El Presidente salió y pidió, "exigió", silencio porque a su juicio se podría estar en el tramo final de este desgraciado suceso. Y el silencio se hizo. Se hizo sobre todo entre los familiares, que tras su paso por Moncloa se han convertido en estatuas de sal y, en cierto modo, en los medios de comunicación. Cuando el Presidente de un gobierno exige silencio y por medio está la vida de 36 personas, a una se le pone un nudo en el estómago y se imagina a si misma sin dormir por si algo que dijera o escribiera pudiera perjudicar a una sola de las personas secuestradas.
Si hay que guardar silencio, se guarda; pero ya hablaremos. Y hablaremos porque nos tienen que explicar de dónde ha salido el abogado "de pago" del niño que no es niño pero si pirata. Nos tienen que explicar cómo se puede negociar con el llamado Gobierno Federal de Transición de Somalia, que es lo mismo que decir que grupo de amigos de un país sin Estado y que además ampara a los terroristas del mar. Nos tendrán que contar o nos deberemos enterar que recovecos legales se están estudiando para que los detenidos en España viajen a Somalia, que es lo que con toda seguridad va a ocurrir, con la pretensión de que sea en ese país sin Estado en donde cumplan la condena que supuestamente se les imponga en España. ¿Puede un Estado cómo el español entregar a dos prisioneros a un país en donde eso de los derechos humanos suena a música celestial?.
Las familias se han convertido en estatuas de sal y han hecho bien. Lo mismo cabe decir del PP, que ha rectificado su posición muy inicial. Zapatero se encargó de hacerle llegar a Rajoy la gravedad de la situación. Más vale tarde que nunca, pero no era necesario esperar cuarenta días. Así las cosas, el Gobierno tiene manos libres para dar solución al secuestro. Que lo resuelva, que todos lleguen a sus casas sanos y salvos. No hay objetivo más importante y urgente. Que nos pidan silencio, pero que, por favor, la Justicia quede lo menos lesionada posible y, sobre todo, que no se nos venda cómo absolutamente legal lo que no deja de ser un auténtico despropósito justificado sobradamente por estar ante una situación de extrema necesidad. ¡Qué vulnerables somos¡ Un puñado de terroristas del mar son capaces de poner en jaque a buena parte de la comunidad internacional y o se reacciona de manera más que contundente, o los acontecimientos se repetirán,
El próximo martes se celebra una reunión a nivel europeo en la que la ministra de Defensa va a proponer medidas para tratar de bloquear el pago de rescates a través de "dignísimos" bufetes ingleses. Está muy bien la idea, pero mientras se llega a un acuerdo los terroristas del mar tienen que percibir que la comunidad internacional les enseña los dientes. Ese lenguaje lo entienden tan bien que ya ni se acercan a los barcos franceses ni, por supuesto, a los americanos. Obama y Sarkozy enseñaron las muelas,