"Se falta al respeto a la responsabilidad del Gobierno para dirigir la lucha antiterrorista", afirma el ex presidente
MADRID, 29 Dic. (OTR/PRESS) -
El ex presidente del Gobierno Felipe González tiene claro que los límites de la crispación política actual --"cargada de descalificaciones, vacía de contenido político real"-- se están rebasando ampliamente y ha abogado por una "relexión sosegada" para recuperar el consenso entre los dos grandes partidos en desafíos como el fin de ETA, y también sobre la autoría del 11-M, Irak o la Memoria Histórica. En un artículo que titula 'Crispación' publicado hoy en 'El Pais' recogido por OTR/Press, González descalifica sin nombrar al PP su estrategia de oposición en todos estos ámbitos y, respecto al proceso de paz en el País Vasco, asegura que "se falta al respeto a la responsabilidad del Gobierno para dirigir la lucha antiterrorista". En este sentido, el ex presidente cuestiona que "no se puede decir al Gobierno que se ofrece apoyo en esta materia sólo si hace lo que la oposición decida qué hay que hacer". A su juicio, los "reproches, la bronca y los calificativos gruesos" se refieren a "presuntas e inexistentes cesiones políticas" a ETA y a Batasuna; y se reitera que el apoyo al Gobierno se ha roto por reuniones con la formación ilegalizada, mientras se admite que se hable con ETA.
González se pregunta "qué tipo de cosas se estarían diciendo" si el actual Gobierno hubiera hecho los movimientos penitenciarios de la anterior tregua, y advierte que "si se desea de verdad que este cáncer desaparezca", hay un interés suprapartidario "que nos obliga a todos a ser serios y coherentes". 11-M, IRAK Y LA MEMORIA HISTORICA
El repaso de González a las fuentes de la crispación política actual se detiene también en la autoría de los atentados del 11-M. Tras afirmar que "se comenzó con una mentira que se trató de sostener" cuando el Gobierno de entonces ya sabía que no había sido ETA, el ex presidente sostiene que la investigación de los hechos ha sido "la más eficaz que se ha conocido en países democráticos y en atentados de esta naturaleza".
González se pregunta a qué viene todo el "montaje" posterior que llena de dudas a la ciudadanía y menosprecia el dolor y la angustia de las víctimas, cuando además "los responsables directos del Ministerio del Interior de entonces" son los que interpelan al Gobierno actual por asuntos que ocurrieron durante su etapa de responsabilidad en la primera fase de la investigación. Asi, concluye que "sólo si se pretende que el juicio no se celebre, puede concebirse esta campaña que parece de defensa de los responsables del atentado". En torno a la cuestión de Irak, González tiene claro que una vez que demócratas y republicanos en Estados Unidos tienen clara la situación desastrosa de Irak, debería recuperarse el consenso en torno a Oriente Medio, algo que si no se lleva a efecto --opina-- es porque se utiliza como un asunto de política interna. "Es insólito que se esté produciendo ese esfuerzo de consenso en Estados Unidos y nosotros estemos aún en esta bronca sin sentido. ¿O lo tiene y no somos capaces de verlo?", se cuestiona.
González finaliza su particular recorrido por los territorios de la crispación con una referencia a la Memoria Histórica. En este caso, cuestiona que se regule por ley, pero apoya su fundamento y rechaza que pueda considerarse "fruto del rencor" recuperar la memoria lógicamente inclinada a los que no obtuvieron ni tierra digna ni reconocimiento" tras la Guerra Civil.
El ex presidente dice que "no es verdad" que en la Transición se hubiera producido un pacto para no remover este asunto y subraya que "olvidar a tantos, como olvidar a secas, es renunciar a la dignidad de esa mitad que perdió, es enterrarlos en el olvido".