- Al Sadr amenaza con abandonar el Gobierno si el primer ministro se reúne la semana que viene con Bush
BAGDAD/MADRID, 24 Nov. (OTR/PRESS) -
Bagdad aún no se ha recuperado de la meteórica cifra de muertos que causó la cadena de atentados de ayer en el barrio chií de Sadr City. El Ministerio de Salud iraquí elevó hoy la cifra hasta 202 fallecidos, todos de la comunidad mayoritaria en Irak, y el sentimiento de venganza crece entre los chiíes, cuyos pistoleros no dudaron en devolver el golpe a los suníes atacando sus barrios en Bagdad. Mientras, el cisma político cada vez es más evidente: el clérigo radical chií Muqtada al Sadr amenaza con abandonar sus tres carteras en el Gobierno de unidad nacional si el primer ministro, Nouri al Maliki, se reúne con el presidente de Estados Unidos, George Bush, la semana que viene, como está previsto.
Mezquitas y hogares suníes ardían desde por la mañana en los barrios suníes de Hurriya y Adhamiya, donde, según testigos, los ataques de morteros causaron 22 personas y otras 24 resultaron heridos. La mezquita de Abu Hanifa, una de las más importantes de los suníes en Bagdad, fue una de las afectadas. También una de las mezquitas encargadas por Sadam Hussein, suní, en Ghazaliya, fue objetivo de cinco explosiones de mortero, aseguró el imán Sheik Mahmoud al Sumaidaie a 'The New York Times'.
En la ciudad de Tal Afar, cerca de la frontera con Siria y a unos 400 kilómetros al Noroeste de Bagdad, dos suicidas, previsiblemente suníes, en un coche bomba y con un cinturón de explosivos, se inmolaron en un mercado frecuentado por chiíes. La Policía de la capital provincial, Mosul, informó de que 22 personas murieron y otras 26 resultaron heridas en el ataque. Tal Afar es una ciudad habitada mayoritariamente por turcos y dividida entre musulmanes suníes y chiíes.
Mientras decenas de grupos de chiíes armados con rifles de asalto y lanza cohetes patrullaban las calles de Bagdad, en la mezquita de Kufa, el clérigo chií Muqtada al Sadr llamaba a la calma a su comunidad. Según este líder, la violencia entre las comunidades musulmanas se desató a raíz de la ocupación de Estados Unidos y la única solución para acabar con la guerra sectaria es su retirada. Como primera medida para esa unidad que dijo desear Al Sadr, reclamó al máximo líder de los suníes en Irak, el jeque Yamal Abdelkarim al Daban, una fatwa.
ADVERTENCIA PARA AL MALIKI
En ella, Abdelkarim debe prohibir a sus fieles los ataques contra la comunidad chií, así como la colaboración con los terroristas de Al Qaeda, organización a la que considera detrás de muchos de los atentados que azotan Irak. Además, reclamó el apoyo de los suníes para la reconstrucción de la mezquita chií de Samarra, destruida en un atentado en febrero de este año que se considera como el catalizador de la violencia sectaria en todo el país mesopotámico.
Sin embargo, Al Sadr también lanzó una clara advertencia a la clase política de Irak. Si el primer ministro se reúne con el presidente Bush su fuerza política chií dejará sus ministerios y romperá con el Gobierno de unidad nacional que encabeza Al Maliki. "Si Maliki insiste en reunirse con Bush, nos iremos del Parlamento y del Gobierno", subrayó Saleh al Igaili, parlamentario del bloque de Al Sadr. La reunión entre el primer ministro iraquí y Bush está prevista para el próximo miércoles en Amman (Jordania).
El odio entre comunidades ha desatada una guerra civil cuya existencia niegan tanto las autoridades iraquíes como Estados Unidos. Sin embargo, el conflicto entre suníes y chiíes se remonta siglos atrás y permaneció en frágil equilibrio hasta la invasión de 2003, cuando Washington desbancó del poder a la minoría suní, históricamente dominante en Irak. El odio entre ambas comunidades se palpa en declaraciones como las del chií Ibrahim Tabur a 'The Washington Post': "Si cojo a un terrorista, no lo mataré con un arma. No lo llevaré a la Policía. Lo agarraré y lo despedazaré, y me beberé su sangre hasta la última gota".