- Una versión moderna y política de 'La guerra de los mundos' desata el caos social durante hora y media
BRUSELAS/MADRID, 14 Dic. (OTR/PRESS) -
Si Orson Welles viviera, ya no provocaría la histeria colectiva que se vivió en Nueva York en 1938 con la emisión de la ficción radiofónica 'La guerra de los mundos'. Por el contrario, la agitación social podría llegar por la vía política, informando en nuestro país, por ejemplo, de la secesión del País Vasco. Esta clase de experimento es, precisamente, el que realizó ayer por la noche la Radio-Television Belge Francophone (RTBF) una de las dos cadenas públicas que posee Bélgica, un país dividido en dos comunidades, Valonia y Flandes. La dirección de la cadena se justificó explicando que se trataba de poner en poner en práctica un escenario "plausible".
A las 20.15 horas, en el horario de máxima audiencia de los informativos, el programa 'Noticias en primera' interrumpió repentinamente su emisión con una noticia de última hora: el Parlamento de la región de Flandes, donde existe una fuerte corriente independentista, acababa de proclamar la secesión de la comunidad del Reino de Bélgica (aproximadamente la mitad del territorio del país). El presentador conectó entonces con diferentes periodistas desplegados por distintos puntos del país, recogiendo testimonios y reacciones a la decisión del Parlamento flamenco.
CELEBRACION DE SUPUESTOS INDEPENDENTISTAS CATALANES
Mientras el titular 'El final de Bélgica' brillaba en una esquina de la pantalla, un periodista conectó con el Palacio Real e informó de que el Rey Alberto II, conocido hasta el día de hoy como 'El Rey de todos los belgas', había huído al extranjero; otro aseguró que los miembros del Gobierno estaban refugiados en el Atomium de Bruselas y en otros monumentos famosos de la capital; y un tercero grababa a unos independentistas catalanes en el Parlamento Europeo celebrando con alegría la histórica decisión del Parlamento flamenco.
Después de hora y media de entrevistas a personajes conocidos y políticos belgas, imágenes retransmitiendo el caos circulatorio en Bruselas, informaciones que hablaban de un auténtico bloqueo de los transportes en la nueva frontera interna, la OTAN en alerta y los periódicos digitales haciéndose eco de la bomba informativa, la RTBF informó que se trataba de un experimento de "política-ficción" para provocar la reflexión colectiva de una hipotética secesión de Flandes del resto de Bélgica.
UN ESCENARIO PLAUSIBLE
"Con esta emisión queríamos que un debate que actualmente está circunscrito al mundo científico, universitario, a los politólogos o a las esferas políticas, pasase a la población" alegó el director de la RTBF, Alain Gerlacher, en declaraciones a la web informativa de la cadena recogidas por OTR/Press. "Es cierto, lo reconozco, explotamos la ambigüedad inicial de la noticia porque era indispensable", añadió Gerlacher, que consideró "lo más interesante e instructivo" del experimento "que mucha se lo creyó, lo que demuestra que es una realidad que está ahí. Que el escenario es plausible".
Sin embargo, al Gobierno federal belga no le hizo ni pizca de gracia la "política-ficción" de la RTBF. Incluso la oficina del primer ministro, Guy Verhofstadt, a través de un portavoz, calificó el experimento de "emisión irresponsable y de mal gusto". También el viceprimer ministro criticó el programa, especialmente, por el descrédito que supone para las instituciones, e incluso el ministro de Defensa, André Flahaut, juzgó "intolerable, inaceptable y escandaloso" el hecho de "jugar con las instituciones".
Aunque el experimento pasó sin pena ni gloria por los principales medios flamencos, todos los medios de comunicación valones llevaban preparando el ejercicio durante semanas, buscando la complicidad de políticos y personajes de actualidad. Hoy por hoy, Bélgica es un país dividido 'de facto' en dos: Flandes y Valonia. Es únicamente una frontera imaginaria y de carácter lingüístico, pero suficiente como para que existan dos televisiones públicas (en francés y flamenco) o tres parlamentos, uno por cada comunidad y el federal. La monarquía y la religión católica son los principales vínculos que unen a los belgas.