MADRID 28 Sep. (OTR/PRESS) -
El Partido Popular ha encontrado, al fin, la manera de que todos los ciudadanos de este país comprendan que Zapatero está gobernando gracias al sustento que le prestan los nacionalistas más radicales. Y, encontrándonos como nos encontramos a siete meses de unas elecciones generales, es lógico que no vaya a soltar su presa, que en este caso resulta ser la de la bandera nacional. Muchos dirán que de esa manera los populares se apropian de este símbolo que debería ser de todos para usarla de forma partidista. Pero la realidad es que Rajoy y los suyos se han adueñado de la bandera porque el PSOE ha soltado su mástil y la ha dejado, por decirlo de una manera muy gráfica, tirada en medio de la calle.
Los socialistas están condenados a participar en esto que se está llamando "la guerra de las banderas" atados de pies y manos. No pueden forzar a algo tan simple como que la insignia nacional ondee en las fachadas de muchos ayuntamientos, junto a las banderas de las respectivas Comunidades Autónomas, porque en ellos gobierna gracias al apoyo que le prestan los radicales nacionalistas. Como no son capaces de colocar la bandera en pueblos vascos y catalanes, tampoco lo hacen en lugares donde este no es en absoluto objeto de polémica porque ello sería el equivalente de admitir que sus socios, en Madrid y en Cataluña, les obligan a mantener una postura que no comprenden en absoluto la gran mayoría de sus votantes en la gran mayoría de las regiones españolas.
Para colmo de los males de Zapatero, los radicales nacionalistas que no le dejan abrazarse a la bandera han emprendido una campaña para cuestionar no sólo la bandera, sino la figura del Rey. Aunque tarde, los socialistas han tenido que reaccionar obligando a la policía autonómica catalana a actuar contra quienes queman en público imágenes de los Monarcas, pero no por ello se zafan del sambenito de ser compañeros de viaje político de quienes quieren atacar a la Monarquía de una forma tan poco democrática como quemar sus retratos en público. Entre unas y otras cosas, el presidente se va a ver obligado a comenzar su campaña electoral silbando para otro lado cuando se habla de la Constitución, el Rey o la bandera, los símbolos de la democracia española.
Curri Valenzuela