MADRID 4 Feb. (OTR/PRESS) -
La tierra se irá calentando poco a poco; las costas actuales desaparecerán y al menos las dos primeras filas de chalets junto a las playas serán inundados por el Mediterráneo; los dos Polos se derretirán y apenas sí conservarán algo de hielo; el desierto avanzará de sur a norte apoderándose de buena parte de España. Eso nos dicen los expertos que, a continuación, nos recomiendan que apaguemos nuestras luces durante cinco minutos para concienciarnos. Una estupidez.
Son ciertos los estudios científicos que pronostican un cambio climático que, por otra parte, ya sabemos que está llegando a nuestras vidas. No nos hace falta que nos lo anuncie la ONU; sabemos que nuestros veranos son ahora más calurosos que nunca, que en invierno no nieva tanto como cuando éramos pequeños y que los ciclos de años de sequía se están alargando. Pero de ahí a que nos quedemos sin sueño hay un abismo. Y desde luego tratar de inculcarnos la idea de que podemos evitar ese fenómeno de forma individual si apagamos la luz al salir del dormitorio o cerramos el grifo del agua caliente mientras nos enjabonamos es irreal además de absurdo.
En vez de fijarnos en la Antártida, quedémonos en España. El agua que desperdiciamos no está en las tuberías de nuestras casas, sino en los anticuados sistemas de riego, todavía por sistema de regueras abiertas, que se todavía se utilizan en muchas zonas agrícolas. Así que lo urgente es universalizar el riego por goteo, que tan buenos resultados está dando en el Levante español. En cuanto a la contaminación, causa del cambio climático, vivimos en un país que firmó el famoso protocolo de Kyoto en el que se comprometió a reducir las emisiones de gases contaminantes y tenemos unos gobernantes a los que se les llena la boca de grandes frases sobre esta cuestión pero que de hecho andan cruzados de brazos. No solo no estamos cumpliendo nuestro compromiso de Kyoto, sino que nuestra situación es la de alejarnos cada vez más de nuestros objetivos.
Haría falta que el Gobierno planteara a los ciudadanos un debate sobre el coste que para su prosperidad y su modo de vida supondría obligar a las empresas que contaminan a reducir sus emisiones de humos y a las grandes ciudades limitar el uso de vehículos privados. Y mientras se celebra el debate, ir anunciando las medidas necesarias para cumplir con los compromisos que España tiene asumidos Sobra decir que este Gobierno no está en ello. Lo del cambio climático es una idea genérica a la que hace referencia Zapatero en sus grandes discursos y una preocupación relativa para la Ministra de Medio Ambiente. Gobernar con palabras siempre es difícil, pero cuando se trata de reducir las emisiones de CO2, imposible.
Curri Valenzuela