MADRID 2 Feb. (OTR/PRESS) -
Solo hay una cosa en la que lleva razón el lehendakari Ibarretxe: cuando afirma que este es "un país de locos". El cree, naturalmente, que vivimos en un lugar desquiciado porque "el presidente de Euskadi", como se considera a sí mismo, ha sido llamado a declarar ante los tribunales como imputado por algo que se considera un delito: reunirse con representantes de un partido político ilegal que ha sido declarado "organización terrorista" por el Tribunal Supremo español, el Parlamento Europeo e incluso las Naciones Unidas.
Con todo el respeto, a ésta que escribe le parece de locos una serie de acontecimientos que están ocurriendo estos días en este país y que no podrían suceder en otro de nuestro entorno, como por ejemplo:
Tener un presidente del Gobierno que no cierra la puerta a seguir hablando con los terroristas que matan a dos personas y hacen volar parte del aeropuerto más emblemático de la capital de su país. Convocar una manifestación para presionar a los jueces que han llamado a declarar a un presidente autonómico.
Reunirse el ministro de Asuntos Exteriores con el número dos de otra comunidad autónoma para hablar de forma "bilateral" de las políticas exteriores de España y esa comunidad, Cataluña. Estar a punto de comenzar el juicio sobre el mayor atentado de la historia de este país, a casi tres años de la fecha en que se cometió, sin que la policía haya podido determinar qué explosivo se utilizó para matar a 190 personas.
Imputar en ese juicio a un minero asturiano y su cuñado por haber facilitado los explosivos para el 11-M en esas circunstancias. Condenar a once y diez años de cárcel al minero y su cuñado por haber traficado con explosivos años antes del 11-M cuando ambos eran confidentes de la policía sin investigar en el juicio si la policía sabía que se estaba llevando a cabo ese delito. Tardar dos meses en permitir a un ciudadano de Barcelona al que los ocupas habían desalojado de su domicilio volver a este con una orden judicial en la mano.
Financiar desde un ayuntamiento, el de Córdoba, a un colectivo de mujeres que proponen que se diga "marida", "miembra" y "lideresa". Que todo esto (y más locuras que no caben en este artículo) haya ocurrido en el espacio de venticuatro horas.
Curri Valenzuela.