Actualizado 13/07/2007 02:00

Curri Valenzuela.- Con poca pena y sin gloria

MADRID 13 Jul. (OTR/PRESS) -

El X aniversario del asesinato de Miguel Angel Blanco ha transcurrido esta semana con poca pena y menos aún gloria: un par de miles de personas junto a su familia, una clamorosa división de los partidos políticos ante la efeméride y los actos convocados para rememorar la fecha y un desinterés general por aquello que se llamó "el espíritu de Ermua", el que sacó a la calle a millones de españoles que hoy miran para otro lado no se sabe si desilusionados, desesperados, enfadados o simplemente pasotas, para gritar todos juntos "a por ellos" y pedir con la misma voz que arreciara la lucha contra ETA.

Hace mucho calor a estas alturas del verano para que la gente se interese por la política, se ha escuchado decir en estos días. Como si no hubiera habido mucho más calor, un gran bochorno, aquel día del mes de julio del 97 en el que millones de personas se manifestaron en Madrid, apretujados todos, Felipe González con el lehendakari vasco sujetando la pancarta al lado de Aznar para protestar por el asesinato del joven concejal del PP vasco. Diez años después, unos cientos de personas y algunos altos cargos del PP acompañaron esta semana a la familia de Miguel Angel por las calles de Ermua; ningún representante de ningún otro partido se sumó al acontecimiento, que tuvo su contrapartida en otro acto planeado para el mismo día, distinta hora, "de carácter cívico" (sic), en el que había algún representante del PNV y del PSOE. Nadie del Gobierno.

Cuentan quienes pasaron por Ermua esta semana que mientras Mari Mar Blanco leía un manifiesto recordando a su hermano rodeada de cientos de personas en una plaza de esa localidad, la mayoría de los paisanos tomaba copas en los bares de la plaza, paseaba en familia, andaba por allí ajena totalmente al acontecimiento y el adorno del lugar consistía en pancartas colocadas en cada esquina apoyando el diálogo con ETA y el acercamiento de los presos. El alcalde socialista, Carlos Totorica, aquel que hace diez años simbolizó la unidad de los políticos ante el atentado, ni siquiera visitó a la familia Blanco por estas fechas, ni quiso retirar los carteles que colgaban en la fachada del Ayuntamiento a favor de los terroristas que asesinaron a quien fuera su concejal, ni se ha dignado recibir el premio que le quería conceder la Fundación Miguel Angel Blanco. Prefiere ser alcalde. Como tantos y tantos españoles prefiere ignorar a recordar.

Curri Valenzuela.

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