MADRID 7 Dic. (OTR/PRESS) -
En los últimos siete días, el presidente del Gobierno ha fichado a José Bono para que sea candidato en las próximas elecciones haciendo de ello un acontecimiento a todo bombo y platillo; ha anunciado ante los principales empresarios del país que si vuelve a ganar las elecciones suprimirá el Impuesto sobre Patrimonio y ha reaccionado al asesinato de dos guardias civiles por ETA hablando sin parar de la unidad de todas las fuerzas políticas contra el terrorismo. Son tres movimientos que reniegan de lo que ha sido su gestión durante los últimos cuatro años: dejó marcharse a Bono porque éste sobraba en un equipo de Zapatero dedicado a sacar adelante el secesionista Estatuto de Cataluña; mientras ha gobernado y ha podido no ha bajado un solo impuesto y se ha dedicado a negociar con la banda terrorista a espaldas del PP, incluso engañando al principal partido de la oposición, al que ha tratado de marginar en todo.
Como estos movimientos presidenciales suceden a tres meses de las elecciones generales, y visto que la campaña del PSOE está funcionando desde hace semanas a todo tren, hay que suponer que Zapatero o se está haciendo de derechas o está aparentando que se hace de derechas, que son dos cosas que a veces se confunden, pero que tienen su diferencia en el tiempo. Por decisión propia o de sus asesores nacionales e internacionales, parece que ahora ha decidido que pesca más votos si renuncia a lo que han sido los ejes de su Gobierno durante los pasados cuatro años o si aparenta que renuncia porque ahora toca sacar votos del caladero del centro, en el que se ubican la mayoría de los españoles, esos que van a acudir a las urnas el 9 de marzo.
Sea por oportunismo político o por convicción, la marcha emprendida por el presidente hacia esa derecha que él siempre ha tratado de dejar en claro que personalmente aborrece, no deja de ser curioso que Zapatero se presente a la reelección pidiendo a la gente sin recordar lo que él ha conseguido trabajando cuatro años en La Moncloa. Es como si lo que pidiera a los ciudadanos en esta campaña electoral es que tuvieran un colectivo ataque de amnesia. ¿Estatuto de Cataluña? ¿Discutible y discutido el término nación? ¿Negociar con ETA después de que ETA matara? ¿Aumentar los impuestos? ¿Aprobar el matrimonio homosexual? ¿Fomentar la división entre los bandos de la Guerra Civil? Nada de nada. Abrazado a la bandera, liberal como el que más, el candidato del PSOE a las próximas elecciones pretende algo así como que los votantes ignoren lo que hizo el anterior candidato del PSOE una vez que hubo ganado las elecciones anteriores. Luego, si gana, ya habrá tiempo de comprobar si repite como cabeza del gobierno más radicalmente de izquierdas que ha tenido la Democracia española o le gusta ser de derechas un rato más.
Curri Valenzuela