Actualizado 05/05/2010 14:00

Esther Esteban.- Más que palabras.- La escena del sofá.

MADRID, 5 May. (OTR/PRESS) -

Han tenido que pasar 18 meses, una crisis económica de caballo, cuatro millones y medio de parados y, hasta la exigencia de Montilla de que el Constitucional se haga el harakiri, para que el presidente del Gobierno convoque al líder de la oposición en la Moncloa... con la excusa de nuestra ayuda a Grecia y la situación del sistema financiero. Caen chuzos de punta en la calle y los dos líderes más importantes del país van a tener una bonita escena del sofá que, de quedarse sólo en eso, sería un fiasco monumental. Muchos ciudadanos creemos que es la hora de los hombres de Estado, del realismo y la toma de decisiones y que ya no valen los paños calientes de ningún tipo, sino remangarse y ponerse a remar en la misma dirección.

Nuestro país está enfermo y por mucho que queramos sanarlo con aspirinas el tratamiento tiene que ser severo, tal vez doloroso, pero ese es el precio de la curación sino queremos vernos como los griegos. En esta reunión Zapatero se la juega, porque ya no valen las viejas recetas del cuento de la lechera. El cántaro de nuestra economía ya no tiene leche y como sigamos así ni siquiera las vacas, famélicas como están, podrán darnos el liquido necesario. De nada le vale al presidente cerrar los ojos a la situación, ni dibujarnos un futuro propio de Alicia en el País de las Maravillas porque, al final, la realidad es tozuda y de tal calibre que como no la enmiende se le llevara a él por delante. Se ha acabado el tiempo de la retórica pseudoprogresista y ha llegado la hora de los hechos ciertos, porque los discursos huecos no convencen a nadie cuando las neveras y los estómagos están vacíos.

El BCE, la UE, el FMI, el Banco de España, los mercados y todos le están diciendo, a voces, a Zapatero que o rectifica o le van a obligar a rectificar, que tiene que tomar medidas urgentes para atajar el déficit y reformar el mercado laboral, pero él o no se entera o no quiere enterarse, atrapado como esté en su propio discurso de optimista patológico. Necesitamos confianza y nuestro presidente nos ofrece "sorbete de humo" para entretenernos un rato. Necesitamos ver una acción de gobierno ejemplar y ejemplarizante y se maquilla la realidad anunciando a bombo y platillo que se van a ahorrar 16 millones de euros en altos cargos. Necesitamos esperanza en el futuro y se nos vende economía de mentirijillas, de pin y pon, de andar por casa, de pasar de puntillas para no molestar a unos sindicatos que sólo son capaces de mirarse sus propios ombligos.

Es la hora de los hombres de Estado y Rajoy no puede quedarse al margen de todo esto. Es verdad que las diez veces que ha ido de visita a la casa del presidente ha salido con las manos vacías, pero esos desencuentros no son motivo suficiente para que también en esta ocasión se escriba la historia de un fracaso. Debe llevar sus propuestas, explicarlas claramente y si no son atendidas denunciar ante los ciudadanos con pelos y señales lo que ha ocurrido, con claridad y transparencia. Lo que nos jugamos no es un escaño más o menos de un partido político en las próximas elecciones sino nuestro futuro como país y esas son... palabras mayores. Con nuestro futuro no se juega.