MADRID 10 Ene. (OTR/PRESS) -
Hay preocupación, y mucha, en el seno de la familia socialista. La tibia reacción de Zapatero frente al desafío de ETA, su indisimulada necesidad de que la banda terrorista diga lo que cínicamente ha dicho en el comunicado: que el proceso de paz sigue en pie ha puesto los pelos de punta a muchos dirigentes históricos del puño y la rosa, que han visto esfumarse una oportunidad única para el presidente del gobierno: la de presentarse ante los ciudadanos como un político de firmes convicciones a quien los asesinos han pretendido poner de rodillas sin conseguirlo. Nadie le pide al presidente que asuma culpas que no son suyas y desde luego todos los que creemos en el estado de derecho sabemos que las bombas las pone ETA que ellos son los culpables del desastre de la T-4, que ellos son los verdugos y nosotros las víctimas, pero el presidente es quien debe liderar la política antiterrorista y si esta, por lo que sea, ha fallado él debería asumirlo con la autoridad que le da ser quien es y la fortaleza que le otorga la institución a la que representa. Nadie le pide a Zapatero que salga ante los españoles dándose golpes de pecho ni entonando un "mea culpa" -que solo los mas sectarios necesitan- pero sí queremos ver al líder que requiere la situación, y desde luego ese liderazgo debe explicitarse con generosidad y transparencia. De nada vale que convoque al líder de al oposición en la Moncloa para inmediatamente situarle en la diana de la intransigencia, de nada vale que le pida que se sume a una política de consenso y hable de un diálogo en abstracto sin ofertarle propuestas concretas, ni aclarar si se va a volver o no al malogrado pacto antiterrorista. De nada vale hacerse la foto y cumplimentar una bonita escena del sofá si esta escena es la antesala del reproche y se utiliza como una táctica mas para arrinconar al partido de la oposición y ponerle el marchamo de la radicalidad.
Rajoy, mal que le pese a un sector de su partido, ha hecho lo que debía acudiendo a la llamada del presidente del Gobierno, pero no puede aceptar la nada como argumento, y sería una irresponsabilidad por su parte optar por la fe ciega. Si no hay confianza no hay diálogo y si no hay diálogo es imposible que haya consenso. Pretender obviar todos estos factores sería algo así como intentar conseguir la cuadratura del círculo y cuando hay dos muertos sobre la mesa hay líneas que no se deben cruzar ni siguiera aceptar o comprender, aunque se vean los toros desde la barrera. El presidente tiene que optar entre seguir cerrando los ojos a la realidad o coger el toro por los cuernos, estemos o no en periodo preelectoral y Rajoy debe hacer lo propio. Personalmente soy de esa mayoría de ciudadanos que, según todas las encuestas, quieren que PP y PSOE caminen juntos en la política antiterrorista pero cada día soy mas pesimista y desde luego la ambigüedad calculada del Gobierno, que un día dice una cosa y otra ordena la contraria, no me ayuda a mirar el futuro con optimismo. Esta claro que la voluntad de consenso es cosa de dos pero la mayor responsabilidad es de quien lidera este extraño país llamado España y ese se llama José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Quo vadis presidente?
Esther Esteban.