Actualizado 04/09/2010 14:00

Esther Esteban.- Más que palabras.- La foto y el gato.

MADRID 4 Sep. (OTR/PRESS) -

El curso político se ha iniciado con una foto. Una foto que, por sí sola, puede ser un auténtico tratado sobre el disimulo, sobre cómo aparentar lo que no es, en el complicado mundo de la política. Ahí estaban los tres, con una sonrisa de oreja a oreja, como si lo que se pretendía inmortalizar fuera la historia de un encuentro y no, lo que en realidad es: la prueba palpable de un gran desencuentro, de una división interna, de un desgarro. La foto de Trinidad Jiménez y de Jaime Lissavetzky -los candidatos a la comunidad y el ayuntamiento de Madrid del aparato de Ferraz y de la fontanería de Moncloa- junto a Tomás Gómez, el díscolo, el socialista que se ha atrevido a plantar cara a los más poderosos de su partido, es todo un compendio sobre lo que parece ser pero no es, en el mundo de la cosa publica o mejor dicho de los partidos políticos y sus guerras fraticidas.

Los tres son socialistas, comparten ideología, defienden las mismas siglas desean el poder y, en teoría, tendrían intereses idénticos y un único objetivo: liquidar al adversario que planea sobre sus cabezas con forma de gaviota. Pero son humanos y como tal sienten y padecen como el común de los mortales y como todos tienen un profundo sentido de la supervivencia: primero está la suya y luego... la de los demás. Posiblemente, si fuera una foto de familia bien avenida no hubiera sido portada de todos los periódicos, pero lo ha sido porque más importante que la foto en sí es lo que esta esconde. Nada más divertido que imaginarse qué pensaba cada uno de ellos mientras optaban por el "dientes-dientes" que hizo famoso la folklórica.

Tomás Gómez imagino que pensaría ¡que se jodan! vienen a mi casa, me mueven el sillón, quieren comerse mi merienda pues... voy a dejar bien claro que el que se mueve, en los tiempos que corren, sí sale en la foto y encima se lleva el primer plano. Trinidad Jiménez pensaría pues ¡te jodes tú! que el jefe se ha fijado en mí, yo he sido la elegida y lo que él dice no lo mueve ni Dios y menos tú que no has llegado a ministro ni siquiera a diputado. ¡Esto no es Parla, guapetón! En cuanto a Lissavetzky, el menos sonriente de todos, tal vez por aquello de la edad, pensaría ¡tierra trágame! Estos dos todavía tienen alguna posibilidad pero a mí me quieren para la foto y luego si te he visto no me acuerdo y todos a meter goles en la propia portería. ¡Lo que hay que hacer para llevarse unas lentejas a casa! con lo facilito que era hincharse a ostras en eso del deporte.

Dice mi querido y admirado Raúl del Pozo en su "Ruido de la calle" que hasta hace dos meses Gómez "era un bulto sospechoso que hoy ha encontrado el sitio en Madrid, donde gustan los motines y ha protagonizado el que ha estallado en la Gran Vía a la altura de Callao. No es Cascorro con una lata de gasolina... pero se ha convertido en el rey de los gatos". No se si el maestro tendrá al final razón y todos esos que escriben a Gómez mensajes de ánimo con un ¡olé tus cojones! finalmente sabrán hacer lo propio y dándole su voto se atreverán a decirle "no" al aparato. Al fin y al cabo como dijo en su día el compañero Felipe creando escuela ¡gato blanco o gato negro, que más da! lo importante es que caza ratones. Pues eso y todo lo demás es pura anécdota.

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