MADRID 13 Mar. (OTR/PRESS) -
Han sido 48 horas de rumores y especulaciones, de quinielas a diestro y siniestro, incluso de apuestas vergonzantes. Ha sido la mayor crisis vivida por la derecha española desde que el fatídico 11-M trucara sus posibilidades de gobierno. Finalmente Mariano Rajoy despejó la incógnita sobre su futuro abierta el mismo la noche del 9-M con aquel melancólico y enigmático "adiós" lanzado a sus seguidores en el balcón de la calle Génova tras reconocerse perdedor de las elecciones. El líder del PP está en su derecho de presentarse a la reelección como presidente de su partido, y no le falta razón cuando recuerda que, tanto Felipe González como José Maria Aznar, perdieron dos veces las elecciones antes de llegar a la Moncloa, aunque las circunstancias de ambos eran muy diferentes.
El asunto ahora está en saber si ese partido, con una larga tradición cainita, va a ser capaz de ejercer, de verdad, la democracia interna y si en el Congreso anunciado para junio se va a reeditar el anterior con el "todos a una" impuesto por Aznar o realmente se va a facilitar la aparición de otras listas alternativas. De entrada resulta extraño comprobar la aparente unanimidad de todos los barones y baronesas del partido en apoyo al líder, cuando horas antes los mismos hacían elocuentes maniobras de posicionamiento de cara a la sucesión. Algo hay de extraño en que ni uno de los líderes regionales haya sido capaz de hacer la mínima autocrítica por la derrota electoral y se hayan limitado a repetir al unísono que han subido en porcentaje, votos y escaños. Eso es cierto, pero también lo es que es Zapatero y no Rajoy quien estará al menos cuatro años más en el poder y a ellos nos les queda otra que padecer el frío helador de la oposición.
Claro que en política los tiempos tienen vida propia y de aquí a cuatro meses puede haber pasado de todo en la familia popular. Yo, personalmente, no descartaría que imitaran lo ocurrido en el PSOE tras la marcha de Almunia y en el ultimo minuto apareciera un "tapado" joven que compitiera con Rajoy -al igual que Bono lo hizo con Zapatero- y que finalmente se convirtiera en la nueva imagen del centro derecha. Rajoy dijo la verdad: que se presentará en el próximo Congreso de su partido, de lo que no puede estar seguro es de que vaya a ser el cartel electoral para las elecciones del 2008. Para eso queda una eternidad...
Esther Esteban.