MADRID 2 Abr. (OTR/PRESS) -
Que la comunidad cristiana de Pakistán sea, nuevamente, víctima
del terrorismo es noticia, casi casi, a pie de página. El otro día en
la sección de cartas a la redacción, el lector de un periódico se
preguntaba cuál es la diferencia entre los atentados de Bruselas y
los de Lahore para que el tratamiento informativo entre uno y otro
ataque terrorista sea tan diferente. El asunto es que en Lahore
hubo más muertos pero !claro! está en Oriente y las víctimas eran
familias cristianas que estaban celebrando el domingo de
Resurrección, lo que el papá Francisco, llama "los nuevos Mártires
de nuestro tiempo". El dolor de los suyos es el mismo y las pérdida
idéntica, pero Bruselas es el corazón de la vieja Europa, y parece
que los muertos ¡desgraciadamente! también tienen categorías
diferentes.
La matanza de Pakistán se produjo el domingo de Resurrección
porque allí los católicos, tradicionalmente, para celebrar la Pascua
comen con su familia y por la tarde según tienen por costumbre dar
un paseo por el parque. Eran las 7:00 de la tarde y Yusuf Farid, de
28 años, maestro de una escuela coránica espero el momento de mayor concentración de gente para hacerse estallar. Dicen que quería enviar un mensaje al primer ministro, un islamista demasiado moderado, amigo de Occidente, y para hacerlo quitó la vida a 72 personas, de las cuales 29 eran niños e hirió a más de trescientos: "Iban a por los cristianos que celebraban la Pascua, pero mataron a muchos de sus hermanos musulmanes. He visitado a las víctimas y ha sido realmente difícil porque había muchos niños de apenas cuatro o cinco años cristianos y musulmanes heridos o asesinados en este terrible atentado", aseguraba el arzobispo de la zona que apenas tenía consuelo. Para los autores la cosa estaba clara "estábamos esperando esta ocasión para poner en marcha los ataques de martirio anual que iniciamos este año", dijo al reivindicar el atentado un portavoz de los terroristas de una filial de Daesh.
No soy una persona especialmente religiosa, pero respeto
profundamente a quienes encuentran respuestas en la religión que
a otros nos resulta mucho más difícil. Los católicos creen en el
perdón pero lo peor no es perdonar si no justificar la indiferencia y
la injusticia. Hace tan sólo unos días fueron asesinadas en Adén
-capital de Yemen- cuatro Misioneras de la Caridad (las monjas de la Madre Teresa de Calcuta), en un asalto cometido por hombres uniformados, en el que murieron 13 personas más.
Las religiosas asesinadas las hermanas Anselm (india), Marguerite y Reginette (ruandesas) y Judit (keniana) fueron ejecutadas a sangre fría. Según Médicos sin Fronteras llevaban las manos atadas a la espalda y habían recibido un tiro en la nuca.
Los asaltantes dispararon indiscriminadamente contra los 80
residentes del asilo que atendían las religiosas, pero a ellas las
buscaron específicamente para rematarlas. Solo una pudo esconderse y relatar la terrible pesadilla. El por qué del ataque hay que buscarlo en una persecución religiosa de las muchas que, a diario, están ocurriendo en todo el mundo y de las que apenas nos ocupamos
Ya sabemos que la historia está plagada de muertos en nombre de
la religión, que desde el principio de los tiempos los hombres se
han matado por defender sus creencias pero ahora lo más miserable y bochornoso es que se hacen distingos entre las víctimas. No es igual que los terroristas golpeen los símbolos de Occidente, que lo hagan en las zonas pobres del planeta y los medios de comunicación tenemos mucho que ver en eso. Está claro que los más pobres, sólo se merecen eso, unas pocas líneas a pie de página, hasta cuando mueren.¡Qué vergüenza!