Publicado 02/10/2013 12:00

Fermín Bocos.- Nos toman por tontos.

MADRID 2 Oct. (OTR/PRESS) -

¡Qué tiempos aquellos cuando había dinero hasta para despilfarrar en los chafarrinones firmados por Miquél Barceló en la "Capilla Sixtina de la ONU" en Ginebra! 20 millones costó la broma. O en el inenarrable Pabellón de España en la Bienale de Venecia de hace cuatro años. Por no hablar del tinglado portuario alquilado a precio de oro por la Generalitat de Cataluña en tiempos del "tripartito" (Montilla-Carod Rovira) para mostrar a los venecianos las dudosas glorias de la Barcelona de principios del siglo XX. Sí, hubo tiempos, no tan lejanos, en los que con cargo a los Presupuestos -"dinero de todos, dinero de nadie" según el decir de una ex ministra de cuyo nombre mejor no acordarse-, en España los gobernantes tiraban el dinero sin tino ni tasa. Zapatero (y Moratinos, su ministro de Exteriores) cargaron la millonada que costó la cúpula de Barceló a la partida de "Fondo de Ayuda al Desarrollo" y se quedaron tan anchos. En tiempos de Aznar también le cargaron a las cuentas del Estado el dineral (02,3 millones de dólares) que cobró un despacho de abogados de Washington para intentar conseguir una Medalla de Oro del Congreso de los EE.UU. para el figurante de las Azores. Aquí, desde los gastos suntuarios en coches oficiales (con el cambio de siglo el modelo "Audi" envenenó los sueños de ministros, consejeros, alcaldes y rectores de universidades). El coche, el chófer y la "Visa Oro" como símbolo de estatus. La locura y la bulimia de pompa y poder. Todo eso ha sido España durante los últimos diez o doce años y lo ha sido a la vista de todos. En Valencia se gastaban lo que no estaba escrito en obras faraónicas y carreras de coches y, pese a que por el camino se iban filtrando noticias de corrupciones, al grueso de los votantes les deba lo mismo. A los amigos se perdona todo. Todo y más, como sucedía en Andalucía dónde a pesar de que se evaporaban millones y más millones repartidos de manera fraudulenta en ERES y comisiones sindicales, siempre volvían a ganar las elecciones los mismos. Por no hablar de Cataluña dónde la gente asistía callada al despilfarro de caudales invertidos por la "Generalitat" en la apertura de "embajadas" de pega en una decena de países al tiempo que tragaba con la clausura (por falta de dinero) de ambulatorios y otros servicios médicos. Así funcionaba la España del cambio de siglo: tirando la casa por la ventana con cargo a la pólvora del Rey. Hasta que llegó la crisis y se acabó la fiesta. España apeada de la "Champions League". Zapatero congeló las pensiones; llegó Rajoy y subió los impuestos y se nos puso a todos cara de tontos. Y con ella seguimos tras oír decir al ministro de Hacienda (Montoro) pese a que las pensiones estarán por debajo del coste de la vida y las cifras de inversión como en los años ochenta, los Presupuestos "tienen un marcado carácter social". Definitivamente, nos toman por tontos.

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