MADRID 2 May. (OTR/PRESS) -
Algo va mal cuando los sindicalistas hablan como los ministros. Escuchar a Cándido Méndez, líder de la UGT, encadenando anfibologías para no relacionar al Gobierno de su amigo Rodríguez Zapatero con la recesión que nos deja cuatro millones de parados, resulta patético. Más aún si recordamos que hace dos semanas, en Madrid, el sindicato que preside exigía responsabilidades a la presidenta de la comunidad (Esperanza Aguirre), por los 400.000 parados que hay en la región. Para dar con la clave de la presbicia política de Méndez hay que recordar que Aguirre es del PP mientras que el "compañero Zapatero" sigue pagando cuota en UGT. ...y los sindicatos -que no sobrevivirían sí dependieran de las aportaciones de sus afiliados- siguen recibiendo generosas subvenciones anuales del Estado.
Las manifestaciones del Primero de Mayo han puesto en evidencia algo que la mayoría de los trabajadores ya sospechaba: la dirección de los sindicatos va con el paso cambiado. Saben que cada día que pasa nueve mil personas pierden su empleo, pero hacen como que no lo quieren relacionar con la política y la falta de resultados de las medidas económicas que aplica el Gobierno. El juego político de Méndez (y en menor medida el de Fernández Toxo en CC.OO.) está claro. Tengo alguna duda sobre el tiempo que van a poder aguantar instalados en esa especie de autismo sindical que tanto desconcierta y cabrea a los trabajadores. Incluidos los afiliados a las mencionadas centrales.
Ya digo, algo va mal cuando los dirigentes sindicales se alzan ante los trabajadores como estatuas desconectadas de cuanto les rodea y hablan como los ministros de un Gobierno que no sabe o no puede dar respuesta a la crisis económica que cursa destruyendo cada día varios miles de puestos de trabajo.