MADRID, 24 Mar. (OTR/PRESS) -
La política es cruel. Estamos asistiendo en directo a la deconstrucción de la "marca ZP". Si el martes, en el Congreso, veíamos a un Zapatero inédito, justificando la participación de España en la guerra de Libia -"Quién le ha visto y quién le ve", le espetaba Llamazares recordándole la posición del PSOE en otra guerra, la de Irak-, el miércoles era Joan Ridao, de ERC, quien le sacaba no se si los colores o las contradicciones o ambas cosas a la vez reprochándole que no tuviera corazón (en este caso sensibilidad política) para cambiar la ley que regula las hipotecas bancarias. Quien en su día se presentó como el campeón de los débiles no quiere dar paso a la llamada "dación en pago" -la entrega de la casa al banco para saldar la hipoteca- como última opción para solucionar el problema de quienes reconocen la deuda pero se ha quedado sin trabajo y sin recursos para hacer frente a los pagos. Esta fórmula es legal en los Estados Unidos y en España hay sentencias de juzgados de Navarra y de Cataluña que han zanjado así algunos casos verdaderamente dramáticos.
Según Zapatero, el Gobierno está dispuesto a estudiar alguna medida que facilite el pago de la hipoteca en aquellos casos graves provocadas por la crisis económica, pero -y aquí es dónde "Bambi" arrió una nueva bandera del ideario con el que llegó al poder- el Gobierno procederá con "flexibilidad, prudencia y equilibrio para mantener la sostenibilidad del sistema financiero, algo que parece razonable si se tiene en cuenta que el dinero de casi todo el mundo está en los bancos". En resumen: la banca juega y, como de costumbre, gana. "No os fallaré", dijo ZP la noche del día en el que ganó las últimas elecciones, dirigiéndose a un grupo de seguidores que creían haber votado a un partido de izquierdas.
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