MADRID 23 Ene. (OTR/PRESS) -
¡Menudo fin de semana para la cúpula del Ministerio del Interior! Empezó la cosa con la fuga -por "soplo" o intuición, de los 19 de Jarrai a quienes el Tribunal Supremo ha sentenciado que son "etarras", sentencia que parece que ha enervado a los energúmenos de la "kale borroka"-, siguió con la manifestación (ilegal) de varios miles de guardias civiles de uniforme coreando en la Plaza Mayor de Madrid un infamante: "¡Zapatero, embustero!", y concluyó, el domingo, con un amago de motín en Alcorcón en el que varios cientos de vecinos se echaban a la calle hartos de las tropelías de las bandas de "latin kings". Al ministro Pérez Rubalcaba se le acumula la tarea. Pese a su innegable talento para el regate en corto, a la vista está que la tarea le desborda.
Se ha dedicado con afán digno de éxito al llamado "proceso", pero el atentado y los asesinatos de Barajas parece que han arruinado algo más que la Terminal 4. Rubalcaba no es hombre de talento monográfico pero a juzgar por los hechos se empieza a ver que son demasiadas cuerdas para un solo violín. Parece que delega poco y se nota. Su pasión es la política y eso le puede. Se nota que hay asuntos propios del Ministerio a lo que dedica más atención que a otros. La implantación en España de las "maras", de las bandas de jóvenes iberoamericanos violentos, es un fenómeno que podría haber sido evitado mediante una actuación policial preventiva. Preventiva y contundente. También la Fiscalía y el señor Cándido Conde Pumpido debería haber estado más atento a la siembra de esta indeseable semilla de violencia tomando iniciativas encaminadas a la expulsión inmediata de determinados individuos conocidos por sus vínculos con este tipo de pandillas.
Respecto de las reclamaciones de los agentes de la Guardia Civil, tengo para mí que en este asunto, al ministro y a sus colaboradores más cercanos, también les han faltado reflejos: hemos oído que la voz que reclama la desmilitarización del Cuerpo es potente pero la sociedad tiene derecho a saber si la opinión expresada por varios miles de guardias refleja o no el sentir mayoritario de los agentes de la Benemérita. Si así fuera, el Gobierno debería extraer las oportunas conclusiones. Si no es así, deberíamos saberlo. Como deberíamos saber cuanto antes -para que cesen las voces que hablan de un supuesto "chivatazo"- qué hay detrás de la fuga de los 19 de "Jarrai" y porqué, todavía no han sido detenidos. Ya digo, la impresión dominante es que el señor ministro del Interior, está desbordado.
Fermín Bocos.