MADRID 28 Nov. (OTR/PRESS) -
Hay noticias que despiertan envidia. Sana envidia. Es el caso de la última y feliz iniciativa diplomática del presidente de Francia. En su primera visita oficial a China, Nicolás Sarkozy, ha conseguido amarrar con las autoridades chinas una contrato industrial fabuloso ¡nada menos que la compra de 160 aviones Airbus¡-una operación cifrada en 20.000 millones de euros.
El gigante chino tiene bulimia y dinero, quiere acortar distancias con Occidente en todos los terrenos. Además de aviones, Francia les venderá a los chinos dos reactores nucleares valorados en otros 8.000 millones de euros. Las cifras marean; la gestión diplomático-comercial de Sarkozy, impresiona. Sobre todo si la comparamos con los que se despacha en España. Mientras en Francia la política exterior está diseñada al servicio de los intereses comerciales de los franceses. Aquí el Gobierno ha optado por la Utopía -'Alianza de civilizaciones'-, la filantropía -condonaciones de deuda- y las subvenciones a las ONG -con el resultado que conocemos. Para que engañarnos, la añoranza de Paris, es grande.
Fermín Bocos