MADRID 19 Oct. (OTR/PRESS) -
Todo el mundo habla y se retrata al analizar el significado de la llamada "conferencia de paz" organizada en San Sebastián por el entorno de la ETA. Algunos políticos creen que se trata de un paso acertado pese a que la mencionada conferencia culmina con una declaración que si bien pide el final de la lucha armada, equipara a las víctimas con los verdugos y emplaza a España y a Francia a solucionar "el conflicto vasco". Que la mencionada puesta en escena de la que, por cierto, se ignora quien ha corrido con los gastos, se haya celebrado en el Palacio de Ayete, no deja de ser un elemento sarcástico introducido por los organizadores sabido que en dicho lugar acostumbraba Franco a celebrar sus consejos de ministros veraniegos. Quizá no todos los participantes en la reunión (los Kofi Annan, Bertie Ahern, Currin, etc) estuvieran al tanto de que el dictador murió en 1975 y que tras su muerte hubo una amnistía que permitió excarcelar a decenas de terroristas aunque no por eso la ETA se disolvió ni sus pistoleros dejaron de asesinar. Pese a que España se dotó de un sistema político parlamentario y de una Constitución democrática, los etarras para los que ahora se pide árnica carcelaria y respetabilidad social, siguieron matando a personas inocentes; más de seiscientas en los últimos treinta años, cerca de mil a lo largo de su sangrienta aventura en pos de una invención política sin fundamento histórico anterior a la fantasía territorial ideada por Sabino Arana. De nada de eso parece que se haya hablado en la "conferencia internacional". En realidad, una farsa ideada con acierto como instrumento propagandístico al servicio de las aspiraciones electorales de "Amaiur", la última marca política del mundo batasuno. Quienes tienen en su mano dejar las pistolas, no lo hacen; pero con maniobras como ésta -que aplauden arrebolados los Urkullu, Eguiguren, etc..- buscan la absolución social para sus crímenes. No hay gestos de arrepentimiento. De todo lo que hemos visto, oído o leído en las últimas horas, lo más interesante, es lo que ha dicho Rosa Díez, líder de UpyD, quien asegura que no descansará hasta que la ETA y su entorno protector tenga su Nuremberg -tras aquél juicio exorcizante, los alemanes se curaron para siempre de la tentación nazi-. Lo más patético, sin duda, la ambigüedad calculada de los dirigentes del PSOE que han intentado soplar y sorber al mismo tiempo. Enviando a Eguiguren como testigo de la última farsa del entorno pro etarra, Zapatero se ha cubierto de gloria. Sí, como se ha llegado a publicar, esperaba que fuera el final de la ETA debemos concluir que está fuera de la realidad. Bien pensado, en relación con este tema, siempre lo ha estado. Siempre se ha dejado engañar.