MADRID 20 Dic. (OTR/PRESS) -
Ya sé que la reprobación de un ministro es una válvula de escape en la que se pueden ejercitar nuestros senadores, sin duda también agobiados por otros trabajos productivos. Pero insisto en que Magdalena Alvarez, ahora con el estigma de la reprobación, no ha sido tan mala ministra como mal educada y de mal carácter. Todo gobierno necesita un ministro así, en el que se descarguen los rayos de las iras de la oposición, de los medios y de los ciudadanos que ven que no se cumplen los plazos ni las promesas. Si, además, ese ministro/a responde con altanería y un punto de desprecio a los críticos, mejor.
Así que nuestra Maleni se convirtió, además, en la estrella de la noche de los premios de los periodistas parlamentarios, que son como los Goya de la especialidad. Hace ruido y, por tanto, es popular. Y dentro de pocas horas va a acaparar los titulares (benéficos) y las imágenes (positivas), cuando se pongan en marcha las respectivas líneas de alta velocidad Madrid-Valladolid y Madrid-Málaga, donde me dicen que doña Magdalena es una especie de heroína.
A menos, claro, que hoy o mañana lo estropee todo con alguna de sus salidas de pata de banco.
Fernando Jáuregui.