MADRID 21 Abr. (OTR/PRESS) -
Como si fuese una noticia espectacular, los periódicos, los noticiarios de radio y de televisión destacaban este fin de semana que los sindicatos habían convocado una manifestación "contra la crisis". Es noticia, porque las grandes centrales sindicales estaban muy calladas, y sectores de la sociedad les reclamaban una mayor movilización. Ahora, salen a la calle, pero no se puede decir que millones de ciudadanos salgan con ellos, tras las banderas rojas de Comisiones Obreras y UGT.
Lo cierto es, y acaba de verse en Francia, donde los llamamientos a la huelga general han fracasado estrepitosamente, que los planteamientos sindicales clásicos interesan bastante poco a la gente: son pocos los que creen que, en una situación de crisis como esta, esos planteamientos de las centrales sindicales, sean cuales sean, van a poder resolver la situación.
Me encuentro entre los defensores de las actitudes moderadas que están adoptando estos días los sindicatos. ¿En qué podría ayudar a los tres millones y medio de parados que UGT y CC.OO convocasen el próximo 1 de mayo a las masas a la calle contra los empresarios, o contra el gobierno, amenazando con llegar a la huelga general? Podría darse el caso, incluso, de que los líderes de las organizaciones de trabajadores se viesen desertados por los suyos.
Creo que tanto Cándido Méndez como Ignacio González Toxo han optado por una vía realista de diálogo y de llegar a los acuerdos posibles con sus otros interlocutores sociales. Otra cosa es que, a veces, en algún sector se disparen los descontentos o incluso algunas reivindicaciones que son más políticas que propiamente laborales; pero tales sectores son los menos y constituyen la excepción que confirma la regla de que, en estos tiempos de penuria, conviene poco apretar las tuercas.