Actualizado 01/02/2007 01:00

Fernando Jáuregui.- La poca concreción de Miguel Sebastián

MADRID 1 Feb. (OTR/PRESS) -

El candidato socialista a la alcaldía de Madrid, Miguel Sebastián, ocupó, al fin, el estrado en los desayunos políticos de donde fue desplazado hace dos semanas por el mismísimo presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Tengo que reconocer que la figura de Sebastián, a quien hasta hace dos meses apenas conocía, me parece respetable, seria, eficaz. Pero, tal y como están las cosas, está bastante lejos de poder conseguir la alcaldía de Madrid. Porque acaso no sea el mejor candidato posible para desbancar a alguien con la experiencia de viejo zorro, la labia y el desparpajo de Alberto Ruiz Gallardón. Dos estilos muy distintos, el profesoral -pero Sebastián no es Tierno, como diré- y el populista del actual alcalde, se enfrentan en las urnas. He participado, desde dentro, en una campaña municipal por el sillón de la Casa de la Villa, y sé bien que en las elecciones locales los populistas ganan a los gestores cuando ambos estilos se enfrentan.

Sebastián desgranó su programa en el marco otrora decadente del hotel Ritz de Madrid, repleto de políticos socialistas, de empresarios -no tantos como en otras ocasiones-, de periodistas. Lo presentó Pedro Solbes, el vicepresidente económico, que aseguró que nunca ha tenido, contra lo que decían los periódicos, malas relaciones con el conferenciante cuando este era superasesor de Zapatero en La Moncloa. Otros cuatro ministros, pero no el otro candidato, Rafael Simancas -a la Comunidad, frente a Esperanza Aguirre - lo arropaban. En las mesas de prensa, más de uno decía que Zapatero tendría que haber venido, para realzar el momento, aunque quizá no: le hubiese quitado protagonismo. Y Solbes, con su habla pausada y algo cansina, despierta casi tanto entusiasmo en el auditorio como Sebastián, con su verbo mesurado en el que no hay una nota más alta que otra. O sea, entusiasmo de masas, poco.

El adversario, o rival, o contrincante (ya se verá qué es: de momento, evita atacarle frontalmente) de Gallardón desgranó, durante cuarenta minutos, un programa serio, omnicomprensivo, pero etéreo, demasiado alejado de las cosas concretas, que es lo que da el triunfo municipal. Los parquímetros, la carga y descarga a deshora, el urbanismo que no es tal gracias a la voracidad del ladrillo, las obras interminables, los proyectos faraónicos en marcha, que incluyen una tala en el Paseo del Prado, el sistema fiscal confiscatorio... Temas, en fin, de los que hablan los madrileños y que no estuvieron presentes en la conferencia con la que Sebastián se presentaba ante un público de fabricantes de opinión. Debería, a mi entender, variar el tiro y lanzarse al agua cuando, este sábado, lo presente Zapatero en Leganés, junto a Simancas. En mi opinión personal, Sebastián es mucho más sólido, como candidato y como político futuro, que su compañero de candidatura, pero eso ya se verá. Lo que ocurre es que Simancas tiene más experiencia en el terreno que pisa.

Eso sí, Miguel Sebastián trajo algunos temas para la polémica, como el pacto por la movilidad en la ciudad, que incluye el cierre de una parte de la Gran Vía al tráfico -qué manía de restringir el tráfico, en lugar de mejorarlo--. Pero algún asesor está empeñado en situarlo en la estela del 'viejo profesor', aquel granuja ilustrado, de picardía disfrazada de solemnidad académica, que fue Tierno Galván. Y Miguel Sebastián ni es un pícaro ni un académico solemne. Apenas un tipo normal que se ha embarcado en la aventura de su vida, la batalla de Madrid, que va a ser la madre de todas las batallas en las urnas el próximo mes de mayo. Que no le pase nada.

Fernando Jáuregui.

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