Actualizado 28/05/2007 02:00

Fernando Jáuregui.- La semana política que empieza.- Paisaje para después de una batalla (electoral)

MADRID 28 May. (OTR/PRESS) -

Tras el recuento electoral, da la impresión de que lo más importante no ha sido un resultado que hoy será analizado de muy diversas formas, aunque no va a variar demasiado -algo sí, claro- el panorama del poder territorial en España. Lo más importante, para mí, es el clima que una campaña excesivamente protagonizada por Zapatero y Rajoy ha dejado de cara a lo que nos viene encima. Que son cuestiones de mucho calado y que van a empezar a delinearse ya desde las próximas horas.

Quisiera conceder gran importancia al que pienso inminente encuentro entre los dos principales políticos del país, el inquilino de La Moncloa y el aspirante a serlo. Porque tienen forzosamente que discutir cuestiones de enorme calado, más allá de la fecha del debate sobre el estado de la nación y más allá de pactar unas mínimas reglas del juego de cara a esa importante sesión parlamentaria. Aunque siempre hay que temerse lo peor, a mí me resultaría inconcebible que el presidente del Gobierno y el presidente del PP no llegasen de una vez a ese mínimo consenso que la ciudadanía reclama sobre los métodos para luchar contra el terrorismo, haciendo que ETA deje de ser, para siempre, el eje del debate político en España.

Como me va resultando inconcebible que la política exterior se patrimonialice o se utilice como elemento de confrontación, y no de cooperación entre todos para defender los intereses de España. Ahora vienen a Madrid Nicolas Sarkozy y Condoleezza Rice, dos pesos pesados ante los que se podrían hacer muchas demagogias, aunque más valdría que no se hiciesen; es mucho lo que nuestro país se juega en sus relaciones con el poderoso vecino del norte, y no hablemos ya con los Estados Unidos, como para andar haciendo juegos partidistas. Y así podríamos incidir en otros varios asuntos.

Naturalmente, el consenso entre las fuerzas políticas de una nación no puede, ni debe, abarcar a todos los campos; hay que confrontar ideas, hacer jugar el sentido crítico, proponer cosas que al adversario no se le han ocurrido, ofrecer al electorado realidades que el otro incumple u olvida. Pero el debate sobre el estado de la nación, y la larga precampaña que se nos avecina ante las elecciones legislativas de marzo (si no se adelantan, claro), para nada deben parecerse a la campaña rencorosa y casi monotemática que los líderes políticos han acaparado con motivo de las elecciones municipales y autonómicas que se han celebrado este domingo.

Y eso que admito que la campaña de los dos líderes ha sido bastante buena, hasta donde he podido apreciarlo. Especialmente la de Rajoy, que ha añadido moderación a su tono airado y ha olvidado, contra lo que ha hecho Zapatero, algunas tozudeces del pasado inmediato, como el debate sobre la autoría del 11-M. Pero ambos han acaparado demasiado los micrófonos y los titulares, dando la impresión de que estábamos -y efectivamente lo estábamos- ante unas primarias. Que es lo que no deben ser unas elecciones que quieren mejorar y moralizar los servicios que ayuntamientos y comunidades autónomas prestan a la ciudadanía. O eso es lo que deberían pretender, al menos, aunque hayamos comprobado que no siempre es así.

Fernando Jáuregui

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