Actualizado 16/11/2007 01:00

Fernando Jáuregui.- Los que se van y los que no

MADRID 16 Nov. (OTR/PRESS) -

Tengo para mí que, al final, la renovación de caras, gane quien gane las próximas elecciones, no va a ser tan amplia como se nos decía. Puede que el único personaje importante de la vida política que desaparezca de ella en la nueva etapa sea el actual presidente del Congreso, Manuel Marín, que este jueves, hastiado, enfurruñado y decepcionado, anunciaba que se marcha. La verdad es que casi le habían echado ya, filtrando de manera oficiosa, pero inequívoca, que el cargo, el tercero en importancia del protocolo del Estado, le había sido ofrecido a José Bono, que es uno que se fue, pero que vuelve.

Lamento la desaparición de Marín. Pese a su carácter, a veces un tanto adusto, creo que ha sido un buen presidente de la Cámara Baja. Ha enfadado a los suyos y a los contrarios, lo que ofrece una idea aproximada de su independencia. No pudo reformar el reglamento para que el poder legislativo sea más ágil, más directo, más participativo: los partidos, elefantes reacios a cualquier cambio que recorte el poder de sus 'aparatos', lo impidieron. Ello frustró a Marín, que inició así la escalada de sus desacuerdos con el poder Ejecutivo.

Otros veteranos parece que, por el contrario, se quedan. Ahí está, aseguran, Zapatero intentando convencer a Pedro Solbes no sólo para que repita como superministro de Economía y Hacienda, sino también para que ocupe el número dos en la candidatura por Madrid, a lo que el vicepresidente económico no parece tan proclive. Ya veremos, porque el otro miembro del gobierno que no quería figurar en las listas, la titular de Administraciones Públicas Elena Salgado, parece que por fin ha dado el 'sí' al seductor Zapatero.

El presidente ha visto, parece, las ventajas de la veteranía: Fernández de la Vega, quiéralo o no, tendrá que seguir siendo la 'número dos' de Zeta (suponiendo, claro, que los socialistas ganen); Moratinos ve realzada su figura al frente de Exteriores, a Rubalcaba que no nos lo toquen, etcétera. El furor presidencial por la juventud y su desprecio por la veteranía parecen constituir ya un síndrome superado, menos mal.

¿Y en el otro lado? Hasta donde sé, a Rajoy le presionan no para que conserve a los de siempre, sino para que se deshaga de ellos. Siempre he dicho que no es el mismo caso el del fiel Angel Acebes que el del 'díscolo' Eduardo Zaplana. Pero es evidente que, mientras los socialistas deben tender a reforzar lo que ya tienen, los populares han de renovar muchos rostros pensando en esas cruciales elecciones en las que Zapatero y Rajoy, sobre todo este último, se la juegan.

Fernando Jáuregui.

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