MADRID 27 Dic. (OTR/PRESS) -
Si no fuese por las ojeras pronunciadas, por la sonrisa disminuída, por la falta total de sentido del humor, yo diría que Zapatero está en plena forma. Sobre todo, cuando se trata de lanzar venablos educadísimos contra el contrario y de defender con ficticia sobriedad las posiciones propias. Asistí este viernes a su rueda de prensa en Moncloa, de fin de período de sesiones y de año, y percibí a un presidente del gobierno tan seguro de sí mismo como siempre, tan optimista como es en él habitual y tan nulamente autocrítico como suele. El mismísimo ZP de siempre, en resumen.
A mí, lo que me preocupa de Zapatero no es lo que se percibe. Es el subterráneo. Los amigotes, los asesores, las incoherencias en el seno del Gobierno, que él niega con la misma vehemencia con la que la obviedad se impone. No sería el buen político que yo admito que es si no fuese capaz de rechazar lo evidente: que en el elenco ministerial unos van por un lado y los otros, por el otro. Que la crisis no remontará a mediados de 2009, sino algo más tarde. Que los Presupuestos para 2009 no sirven para nada. Que habla por el móvil con quienes no debería. O que la financiación autonómica no puede dar cien cuando los presidentes territoriales reclaman ciento cuarenta.
Pero tiene suerte el presidente. Suerte y carisma. Los periodistas que acudimos este viernes a su rueda de prensa -los habituales que siguen la información de Moncloa, más algunos que íbamos de añadidos, en plan cataplasma_ no somos capaces, por el formato y por nuestras propias limitaciones, de sacarlo de sus casillas, de ponerlo ante sus contradicciones, de provocar en él titulares con los que abrir las ediciones del día siguiente. Repreguntar en Moncloa es imposible y, de todos modos, pocos lo haríamos. Ahora, veo que ZP se prepara las ruedas de prensa -llevaba hasta escritas algunas respuestas a preguntas previsibles-, impone un tono de sobriedad impostada a su presencia.
Hay que reconocerle que lo hace bien. Se ha aprendido el papel -¿dónde está aquel Zapatero que no sabía qué hacer con las manos?-, la escenografía es lo suyo, le asesoran bien en política exterior -Bernardino, que es un figura-, tiene la fontanería monclovita controlada, los ministros temiendo perder la silla, el partido silente, a los periodistas nos tiene fascinados, al público algo amodorrado. Ahí se las den todas: debería convocar una rueda de prensa de estas sin tiempos ni límites cada semana. Es un terreno, el mediático, en el que Zapatero gana. Lo demás, todo lo demás, es aplazable.
Fernando Jáuregui.