MADRID 30 Oct. (OTR/PRESS) -
El aire huele ya a elecciones, tras muchos meses en los que los ciudadanos han estado alejados de las urnas. Vienen las europeas, las municipales y autonómicas, las primarias en el PSOE, las generales...
Por ejemplo, ha comenzado ya la 'batalla de Madrid'. Es tradicionalmente la precampaña electoral que antes se inaugura, la más dura, la más competida: ahí es nada hacerse con la Comunidad y la alcaldía más emblemáticas de España. Ahora, la hegemonía del Partido Popular parece debilitada y la conjunción de las fuerzas del PSOE -en descenso- e IU -en ascenso- alberga la pretensión de hacerse con la victoria. Y el panorama se puebla de nombres de posibles candidatos: así, cuatro, nada menos, entre los que concurrirán a las primarias del PSOE para la alcaldía de Madrid.
De momento, el presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, Ignacio González, sucesor de Esperanza Aguirre y que no ha pasado aún por las urnas, abrió este lunes la carrera, anunciando, en un tumultuoso desayuno organizado por Europa Press, que habrá una rebaja de impuestos antes de las elecciones, por supuesto. Al mismo tiempo, reafirmaba sin lugar a dudas su intención de concurrir a las elecciones autonómicas de la primavera de 2015, naturalmente si 'el partido' le apoya, que no tendrá otro remedio que apoyarle, aunque a muchos no les guste. El pasado viernes, era su previsible rival, el socialista Tomás Gómez, quien protagonizaba uno de estos populosos desayunos, el del foro Nueva Economía, de la mano de Carmen Chacón, que añadía al acto el morbo de confirmar que sus aspiraciones a concurrir en las primarias del PSOE siguen intactas, pese a su muy coyuntural 'exilio' en Miami.
Así, entre las europeas, las autonómicas y municipales, las primarias socialistas y las generales, el panorama político, bastante átono desde las elecciones generales del pasado 20 de noviembre de 2011 -aunque algo alterado, eso sí, por las elecciones catalanas de 2012 y lo que luego ha seguido- se anima: en los corrillos, cenáculos y mentideros todo son nombres de posibles, probables o improbables candidatos. Nombres, que a veces sustituyen a ideas. En el mentado desayuno en torno a Ignacio González, con muchas presencias y algunas ausencias, todo eran cábalas: ¿surgirá algún otro nombre en el PP para enfrentarse a González? ¿Quién competirá con Ana Botella, dentro de su propio partido, para la alcaldía de la capital? ¿Esperanza Aguirre, allí presente? Altamente improbable: ni le apetece ni está ahora en posición de concurrir, según ella misma dice. ¿La delegada del Gobierno, la ausente y ya recuperada de su accidente Cristina Cifuentes? Quién sabe: tal vez sí -ella quiere-, tal vez no. Hasta el nombre de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría se ha barajado, con mayor o menor fundamento, como baza para mantener el despacho de la plaza de Cibeles para el PP, donde todo son incertidumbres, excepto la voluntad de Botella de concurrir a unas elecciones por las que, como González, no ha pasado todavía. En el PP, la verdad, todo es confusión sobre el inmediato futuro.
En el campo socialista, la candidatura de Tomás Gómez para la Comunidad parece incontestada: no han surgido otros nombres, y, en todo caso, Gómez, con todas sus conocidas limitaciones, los superaría fácilmente. Pero, para la alcaldía, ya hay al menos cuatro: el de Jaime Lissavetzky, que es el candidato de Rubalcaba y el actual jefe de la oposición municipal; el de Antonio Miguel Carmona, profesor universitario, tertuliano en mil radios y televisiones y animador del 'diario progresista', amén de colaborador en diversos medios, entre ellos este diariocritico; Pedro Sánchez, economista y actualmente diputado, que también ha sido asiduo a los platós televisivos; y, finalmente, Enrique del Olmo, que aún no ha anunciado su intención de concurrir a las primarias municipales socialistas, pero que lo hará en pocos días: es el candidato más a la izquierda.
Así está el panorama, avivado por unas encuestas que no arrojan claros vencedores en los dos grandes partidos nacionales. Pero todos reconocen que lo que ocurra en otras formaciones puede condicionar los resultados. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si la carismática Rosa Díez, máxima dirigente de UPyD -que este fin de semana celebra su congreso-, decidiese presentar su candidatura a la alcaldía de Madrid? Una alianza con ella se convertiría, sin duda, en imprescindible, tanto para el PSOE como, especialmente, para el PP. Pero eso está, de momento, en veremos.
Las incertidumbres alcanzan también, pese a que se celebran ya la próxima primavera, entre el 22 y el 25 de mayo, a las elecciones europeas. Juan Fernando López Aguilar parece casi seguro cabeza de lista del PSOE, una vez que Elena Valenciano dice no apetecer este cometido. Pero ¿y en el PP? Sigue sonando el nombre del ministro de Agricultura, Miguel Arias-Cañete, como peldaño hacia un comisariado europeo. Pero nada está oficialmente confirmado. Y en las europeas todo indica que el desinterés ciudadano derivará en resultados inesperados y en la entrada en la Cámara de Estrasburgo/Bruselas de representantes de partidos menores, quizá incluso de ese incipiente Movimiento Ciudadano que empieza a alentar, con cierta fuerza, de la mano de Albert Rivera.
Alfredo Pérez Rubalcaba pretende retrasar, contra el clamor contrario, las elecciones primarias en el PSOE hasta después de esas europeas; la batalla de pasillos en la inminente Conferencia Política del PSOE, dentro de poco más de una semana, va a ser intensa en este terreno. Porque son muchos los que, comenzando por Tomás Gómez y Chacón, reclaman al secretario general que acelere el paso y convoque primarias para ya mismo, cosa que Rubalcaba no parece dispuesto a hacer. De momento, los nombres en liza, además del improbable de Rubalcaba, siguen siendo los de siempre: Chacón, Patxi López, Eduardo Madina, el diputado navarro Juan Moscoso y, por supuesto, el alcalde de Toledo, Emiliano García-Page, cada vez más decidido, dice su entorno, a concurrir. Y quizá algún otro que se 'aparezca' a última hora. Más concurrido no puede estar el panorama, al menos en este campo socialista.
Porque no cabe desconocer que estamos a dos años de las elecciones generales, que culminarán todo este camino hacia las diferentes urnas. En el PSOE, sin decirlo ante los micrófonos, dan por casi seguro que Rubalcaba ha decidido no presentarse, y si no lo anuncia así es porque perdería entonces todo el poder y la influencia de liderazgo que aún le quedan y que necesita para acometer reformas y posibles pactos con Rajoy... aunque, con la inminencia de elecciones, los acuerdos serán más difíciles, incluso para concertar una estrategia en Cataluña.
Tampoco está del todo asegurado que Mariano Rajoy concurra finalmente, aunque ahora dice que sus planes son seguir encabezando la candidatura de un PP que pierde puntos en las encuestas, pero que sigue liderando la intención de voto de los españoles. De hecho, se sabe que Rajoy prepara varios 'golpes de efecto', desde una rebaja de impuestos hasta una legislación socialmente 'benévola', pasando por alguna operación política de fuste, para mejorar sus expectativas de victoria. Pero el actual inquilino de La Moncloa no es un animal político en el estricto sentido del término y no le faltan factores, personales y políticos, para pensar ocasionalmente -eso dicen, aunque ¿quién sabe realmente lo que piensa Rajoy?- en dejar el paso a un sustituto. O sustituta, y que cada cual elabore sus cábalas; hagan juego, señores, porque vienen meses políticamente apasionantes.