MADRID 16 Mar. (OTR/PRESS) -
"No se pueden poner límites al arte", dicen algunos al juzgar las fotos blasfemas que la Junta de Extremadura ha ayudado a promocionar. Resulta que toda la comunidad pone el grito en el cielo por un anuncio publicitario impresentable de una empresa privada como Dolce & Gabanna y otro de Armani y muchos miran hacia otro lado ante unas fotografías pornográficas absolutamente deleznables apoyadas con dinero público por el consejero de Cultura de la Junta de Extremadura y candidato a la alcaldía de Badajoz. ¿Arte sin límites? Si esas imágenes hubieran sido de Mahoma y de sus huríes, en estos momentos ni el consejero de la Junta ni el fotógrafo podrían salir a la calle y el escándalo hubiera alcanzado proporciones universales. Con razón. Y si en lugar de ser de Cristo, la Virgen María y varios santos católicos, hubieran sido escenas similares de los políticos extremeños, encabezados por su presidente, ni se hubieran subvencionado ni Rodríguez Ibarra hubiera tenido necesidad de pedir perdón a nadie que se pudiera sentir "ofendido". Simplemente no habría habido catálogo ni exposición. ¿Alguien puede calificar de arte una fotografía de San Roque con el pene erecto abrazando a su perro, del arcángel San Gabriel eyaculando sobre María, de Jesucristo transexual, de la Virgen acunando a un cerdo o de San Juan de la Cruz practicando sexo oral? En el arte, en la vida o en la política no vale todo. Nos quejamos cada día de que impera la ley de la selva en la prensa del corazón y hasta de los malos modos de los políticos en el parlamento y defendemos que en el arte no debe haber límites. Yo digo que sí, empezando por el del buen gusto y terminando por el del respeto a las convicciones profundas de los demás.
Los católicos, como cualquier otra confesión religiosa, como cualquier otro sector social, tenemos que aceptar las críticas, las opiniones contrarias, la discrepancia. ¡Faltaría más! La libertad en todas sus facetas es lo más importante que puede alcanzar el hombre. Libertad para creer y para crear, libertad para pensar, libertad para ser. Pero mi libertad, la libertad de cada uno de nosotros, limita con la libertad del otro, de los demás. Dice el fotógrafo que estamos rompiendo "su armonía interior". Lo siento, da la sensación de que estaba rota hace mucho.
Y, por último, la política. El consejero Francisco Muñoz Ramírez ha dicho que le dio poco dinero y que no conocía la obra. El dinero era de los contribuyentes y el consejero no sabía a quién ni para qué lo daba. ¿En cuantas subvenciones más y por qué importe ha actuado igual? Y, por si fuera poco, también firmó un prólogo, que tampoco leyó. Cuando uno es responsable de lo que hace, si actúa bien, es reconocido y si lo hace mal debe reparar la culpa. ¿Cómo? Asumiendo su responsabilidad, es decir, pidiendo disculpas, dejando el cargo y, sobre todo, dejando de actuar como representante público. Es decir, yéndose a casa lo antes posible. Por el bien de todos los ciudadanos.
Francisco Muro de Iscar.
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