Actualizado 05/06/2007 02:00

Isaías Lafuente.- Contra sí mismos

MADRID 5 Jun. (OTR/PRESS) -

Despejados los decimales, aquellos que han permitido al PP y al PSOE cantar victoria en las pasadas elecciones tras haber superado respectivamente en votos o en número de concejales al rival, ambos partidos han de mirarse ante el espejo de la inexorable realidad antes de enfrentarse de nuevo, en menos de un año, a las urnas. Sus líderes se juegan mucho en esa cita. Zapatero debe revalidar una victoria que le impida pasar a la historia como el presidente más breve de la democracia restaurada hace 30 años. Rajoy tiene que conseguir un triunfo si no quiere acabar en los libros como el presidente nonato que dilapidó la valiosa herencia de una mayoría absoluta.

Formalmente se enfrentan entre ellos, pero en esencia la batalla que les espera es contra sí mismos. La más difícil. La aplastante derrota que el PSOE ha sufrido en Madrid, la más simbólica, se la han trabajado a pulso los socialistas. Con apenas mil votos más que en los anteriores comicios, Gallardón ha conseguido abrir una brecha extraordinaria gracias a los deméritos ajenos. Ni Zapatero ha entendido que los ciudadanos de Madrid merecen un candidato que no se improvise, ni Simancas comprendió hace cuatro años que su infame desalojo por la traición de dos tránsfugas ya lo juzgaron los suyos en la repetición de las elecciones. Y se lo endosaron a él por no vigilar debidamente el coladero de las listas. Su dimisión ahora, días después de la de Sebastián, debería remover las estructuras de un partido que en Madrid necesita más ilusión y menos aparato.

En el otro lado, Rajoy tampoco tiene que estar muy contento. Víctima de su propio discurso, que durante tres años ha presentado a Zapatero como un okupa de la Moncloa, un sinsustancia que no merecería regir ni un supermercado, un ser deleznable capaz de vender la patria después de trocearla, de arrodillarse ante los terroristas y traicionar a las víctimas, debe de sentirse desolado por el veredicto popular. Si uno se enfrenta a un gran estadista y pierde, la cosa tiene un pase. Pero si dice que se enfrenta a un tarambana y es incapaz de arrollar, su ego debe quedar destrozado.

En la noche electoral Zapatero decidió no comparecer ante los medios y se dejó robar el mensaje y la foto. Desconozco quién toma estas sesudas decisiones estratégicas, pero un análisis político primario seguramente concluiría que los electores merecen que quien les ha pedido el voto aparezca por lo menos para dar las gracias. Rajoy, sin embargo, decidió fotografiarse con los dos triunfadores de su partido, Aguirre y Gallardón, aunque la desproporción entre el arrollador resultado de sus candidatos madrileños y su pírrica victoria en toda España no permitió dejar muy claro quién de los tres es en realidad el aspirante a la Moncloa.

Isaías Lafuente.

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