MADRID 20 Feb. (OTR/PRESS) -
Sé que tendría que escribir sobre otra cosa, porque la actualidad es un vendaval que entierra incluso los asuntos más graves a base de aluviones de nuevas noticias que los hacen envejecer prematuramente. Pero a veces merece la pena no dejarse llevar por el vértigo y resulta necesario detenerse en algunas cosas que conviene no dejar pasar, y la barbaridad que soltó el ex portavoz del Gobierno de Aznar, Miguel Angel Rodríguez, merece un comentario.
Dijo Rodríguez en un debate televisivo en torno al comienzo del juicio del 11-M que "España no sólo tiene que saber quién puso las bombas, sino qué grupo terrorista puso a Zapatero en La Moncloa". Toda la estrategia de oposición que ha planteado el PP a lo largo de esta legislatura ha estado dirigida a deslegitimar al Gobierno de Zapatero, al que se considera una especie de okupa de un poder que corresponde a otro: a Rajoy. Sin complejos, para sustentar esta tesis todos los líderes destacados del PP, presentes y pretéritos, han utilizado todo tipo de argumentos en todos los foros. En materia terrorista se han sobrepasado todas las líneas rojas. Hemos oído a Rajoy acusar a Zapatero de traicionar a los muertos y sostener que si ETA no le ponía bombas es porque había cedido ante los terroristas; a Acebes decir que el Estatuto de Cataluña estaba siendo tutelado por ETA; a Arenas, a Mayor Oreja y a Gustavo de Arístegui, en los últimos días, dejar entreabierta la puerta sobre la autoría o participación de ETA en la masacre del 11-M.
La guinda a este argumentario acaba de ponerla Miguel Ángel Rodríguez que se ha soltado la melena y ha atravesado la frontera de la desvergüenza de manera descarada. Afirmar que el legítimo presidente de una democracia -en el caso de Zapatero, el que ha recibido mayor número de votos hasta el momento- ha sido elevado al poder por un grupo terrorista es una infamia que no puede tolerarse. Seguro que Rodríguez quería ofender a Zapatero, pero en realidad ha ofendido a millones de electores, y no sólo a los del PSOE. En las filas del PP, estoy seguro, también se cuentan por millones los electores que se habrán sentido ofendidos por las declaraciones de este individuo que considera a los ciudadanos una especie de títeres en manos de fuerzas fácticas, incluso terroristas, que son quienes deciden por ellos. O, lo que es peor, considera que los ciudadanos son seres miserables capaces de manchar su voto de sangre para servir a la estrategia de los asesinos, lo que les convierte también en terroristas.
Ignoro las servidumbres que el ciudadano Rodríguez está dispuesto a pagar para desenvolverse en su vida. Pero yo no estoy dispuesto a aguantar según qué cosas. Y por eso, aunque hoy quizás hubiera tocado opinar sobre la altísima abstención en el referéndum del Estatuto de Andalucía, necesitaba desahogarme con este personaje cuyas palabras me parecen más peligrosas para la democracia que la indiferencia ciudadana ante una cita con las urnas, que también debería preocupar y mover a la reflexión.
Isaías Lafuente.